-Todo comenzó hace un mes, -empezó Lalon- El emperador dio
el visto bueno a una ley que los nobles como el barón Casrol deseaban desde hacía varias décadas. Otras familias nobles
entre las que se incluyen las nuestras se mantuvieron neutrales en la decisión
pues ellas no cambiarían la forma en la que hacían las cosas por lo que si esa ley
se implementara, ellos no la usarían, esto provoco que los partidarios de la
ley y los detractores empezaran una guerra fría para llevar a cabo sus
objetivos.
Varias familias nobles detractoras sufrieron ciertos “accidentes”,
- Lalon dejo ahora hablar a Jial.- Mi
padre sufrió uno de esos “accidentes” pues él era uno de los detractores, es
más se podría decir que era el que con más fervor defendía que esa ley no podía
aceptarse. Tras ese accidente mi padre murió en los días posteriores-.
Jial hizo una pausa pues aun tenia reciente la muerte de su
padre, y la emoción de recordarlo se le atraganto en la garganta. Tomo un poco
de aire, se calmó y continúo. – Tras eso mi hermano mayor heredo y se convirtió
en el cabeza de familia. Tras ver lo que paso con nuestro padre, Joal se mantuvo
en un segundo plano, pues ahora tenía una responsabilidad para con su casa y su
familia, por ello no podía dejar que sus sentimientos de venganza le guiaran.
Pero hubo un detonante que hizo que mi hermano provocara la ira de los
defensores de la ley, y ello provoco que hubiera una guerra entre nuestra casa
y las casas que defendía la ley.
Al principio los detractores se unieron a la causa de mi
hermano y fueron ganando terreno, hasta que cayeron en la trampa que el barón
Casrol y su mago Sargas les tendieron. Pues en una escaramuza llevada a cabo
hace una semana uno de los hermanos del emperador perdió la vida bajo el acero
de uno de los defensores de mi casa. Esto llego a oídos del emperador y
movilizo sus tropas. La consecuencia fue que las casa detractoras cayeron dos
días después y con ello el único impedimento de que la ley fuera aprobada por
el emperador.
Como mi hermano fue capturado nuestra casa fue desintegrada
y nuestros títulos retirados, así que mi madre y hermanas se refugiaron en casa
de uno de sus hermanos pues serían bien acogidas pero yo que era el único varón
y siguiente en la línea de sucesión fui despojado de mi derecho y me refugie en
casa de Lalon y Pril. Sus padres y hermano mayor me acogieron sin reparos, pues
nuestras familias llevan la misma sangre aunque hace tiempo sus caminos se
separaron. Esto provocó la ira de los defensores de la ley, pues veían en la
casa de Lalon y Pril la mayor amenaza, pues eran familia del emperador. Así que
conspiraron y asesinaron a un tío de Pril y Lalon, su padre que sabía que había
sido a consecuencia de mi acogida, nos mandó fuera de allí en una maniobra de
despiste y para salvarnos diciendo que habíamos sido llevados a Carteleis un país
donde van los nobles del imperio a aprender disciplina y entrenamiento militar.
De esa forma su casa volvía a la neutralidad y el emperador podría juzgar a la
casa que había enviado al asesino de su familiar sin ninguna consecuencia
política-.
Los duendes del bosque estaban atentos y en tensión pues la
historia les había atrapado desde el inicio, ya fuera por la buena narrativa de
los jóvenes, o por sus voces barítonas que atrapaban la atención del
espectador, pero los duendes reaccionaban de una forma u otra según la
entonación que el narrador les daba, así había a veces caras de tensión, otras
de frustración y otras de expectación.
-Pero todo el mundo sabía que el mandarnos a Carteleis era
una simple tetra para salvarnos la vida, por eso mientras estábamos en camino,
Sargas el mago de barón Casrol nos tendió una emboscada a unos cuantos
kilómetros de aquí, en el camino que lleva al pueblo de Loters, donde teníamos
que parar para pasar la noche.
La emboscada no resulto como había previsto Sargas, pues gracias
a Pril que también practica el arte de la hechicería conseguimos detectar las
trampas que Sargas había puesto y escapar hacia el bosque donde nos adentramos
a pasar la noche y el resto ya los sabéis-.
Jial termino de hablar y el bosque al igual que todos los
presentes quedo en silencio por unos instantes. Después de digerir toda la
historia de los tres jóvenes los duendes los dejaron solos durante horas,
aunque los tres jóvenes aun sentían la presencia de los duendes.
Tras un par de horas en las que los tres jóvenes habían
hablado entre ellos, y habían teorizado sobre las posibles repercusiones que
les podían caer por haber entrado en el bosque sin el permiso de los duendes,
llegaron estos como se habían ido en silencio y con sus rostros calmos y serenos.
-Hemos discutido largo y tendido el asunto. Nosotros somos
duendes del bosque y como tal no queremos interferir en asuntos de seres altos,
pues al igual que nosotros no queremos que los seres altos interfieran en
nuestros asuntos, por ese mismo motivo han pasado tantas lunas sin que los
seres altos aparecieran por aquí, y solo los más ancianos de nosotros recuerdan
la última vez que los duendes del bosque tratamos con seres altos. Es hoy un
día especial pues los seres altos han entrado en nuestros dominós, en la
antigüedad eso no era delito pero ahora si, por ello no nos queda más remedio
que aplicar la ley del bosque-.
Lalon que iba a interrumpir al portavoz de los duendes fue
detenido con un gesto de este. – No te precipites joven ser alto, pues aún no
hemos acabado de hablar, y como a vosotros nos gusta que nos escuchen hasta el
final-. Lalon y sus compañeros asintieron.
-Pero hay un pequeño asunto que no debemos pasar por alto,
pues los seres altos no conocen la ley del bosque y por lo tanto tampoco
conocían la prohibición, además de que estaban escapando para salvar la vida.
Con todo ahora en el mortero podemos mezclar y obtener una solución al asunto.
Los duendes hemos decido dejaros vivir, para ello os acompañaremos a la linde
opuesta por la que entrasteis, pues aunque parezca grande el bosque por fuera, no
lo es, pues es la magia que lo protege la que hace que los seres altos y otras
criaturas que no tengan una afinidad con esta se confundan-.
Lalon, Pril y Jial sonrieron aliviados pues habían superado
otra prueba en su largo camino para demostrar al emperador que se había dejado
engatusar por quienes solo querían hacerle mal, pero para ello tendrían que
recorrer un largo viaje.
- Gracias… -En ese momento se dieron cuenta de que no
conocían el nombre de su interlocutor- Podéis llamarme Gyo, pues el nombre que
me dieron mis padres no es posible que vuestra lengua lo consiga reproducir-.
Todos los duendes del bosque se dispersaron, pues la reunión
había acabado y Gyo junto con Tyl y Bon serían los que se encargarían de guiar,
acompañar y despedir a Lalon, Pril Jial.
El camino no fue muy largo, los duendes se conocían muy bien
todos los caminos del bosque, y la magia que impregnaba a este no les afectaba
pues eran ellos los señores del bosque. Mientras caminaban Gyo les conto como
poco a poco los duendes habían dejado de socializar con los seres altos, debido
a que ellos vivían más años, e incluso el más viejo como dijo Gyo podía
alcanzar el milenio.
-Pues sí, cada vez que nos juntábamos con los seres altos,
todo lo relacionado con ellos había cambiado. Los seres altos que conocíamos
hacía décadas que habían muerto y sus nietos ya estaban en la edad adulta según
sus cánones y no nos reconocían, por ello poco a poco nos fuimos encerrando
aquí en nuestro bosque ya que los cambios nos saturaban hasta extremos que
palidecíamos de enfermedades del alma-.
Los tres humanos escuchaban atentos a la historia de Gyo con
avidez para aprender y conocer la historia de los duendes. –Y poco a poco los
siglos fueron pasando y nos fuimos alejando del mundo del exterior, y rara vez
por no decir que un día de cada cien o doscientos años nos encontramos con
seres altos-.
La tarde fue transcurriendo poco a poco y el camino de Lalon,
Pri y Jial llegaba a su fin. Antes de que el sol se ocultara del todo los seis
caminantes llegaron a la linde sur del bosque. Gyo, Tyl y Bon hicieron un alto
y decidieron que como estaban tan cerca la noche, era mejor parar y acampar
allí, así descansarían todo y a la mañana con los primeros rayos de sol se
pondrían en camino, cada uno para su destino.
La primara parte de la noche paso rápido, la cena acompañada
de relatos populares humanos junto con alguna cancioncilla duende la amenizaron
y pronto llego la hora de acostarse. La temperatura era agradable dentro del
bosque, gracias a la magia que lo protegía, que junto con el mullido suelo hacían
que dormir al raso fuera un lujo en vez de una desventaja.
Gyo, Tyl y Bon se despertaron antes de que el solo saliera.
El bosque aún estaba en penumbras pero como era costumbre en los duendes,
siempre despertaban antes del amanecer, como previendo que el sol estaba a
punto de salir y que debían estar antes despiertos para dale la bienvenida.
Pril, Lalon y Jial, tardaron un poco más y solo cuando el primer rayo de sol
traspaso la cúpula verde que formaban las copas de los arboles llego a su zona
despertaron.
Tras una hora en la que desayunaron y se asearon un poco, se
despidieron y cada uno toma su camino, los duendes regresaron a las profundidades
del bosque deseando buena suerte y buen camino a los humanos y los humanos en
dirección a Carteleis.
El camino esta vez fue más seguro, y en tres días en los que
solo hicieron un alto para comer, y dormir, llegaron a la ciudad donde permanecerían
ocultos durante cuatro años.