miércoles, 27 de febrero de 2013

Las Guerras orcas



Y que me estas queriendo contar con eso piltrafa sin cerebro.- Y tras escupir en la cara de sus subordinado el hacha callo y le partió por la mitad.

Ahora, ¿alguien tiene alguna queja de la orden que he dado? - todo miraban con miedo al jefe de guerra, y nadie se atrevió a decir ni mu.

Muy bien ahora tu -señalo a uno de los primeros de la fila- eres el segundo al mando. Ahora haz lo que he ordenado.

Si mi señor – la mirada del jefe de guerra se encrespo- es decir sus deseos serán cumplidos jefe de guerra.
El gesto del jefe del guerra se relajó, dejo el hacha llena de sangre y sesos apoyada contra el trono de calaveras y tibias donde se sentaban los jefes de guerra del clan machacapiedras, mientras los reunidos en la sala empezaron desfilar para cumplir las órdenes.

Las órdenes eran estrictas, hostigar, matar y saquear a los humanos y enanos que se adentraran por el camino argénteo que recorría la región del sur hacia las montañas nubladas.

Los primeros en caer bajo el asedio orco fue una caravana de mercancías agrestes que se dirigía a la ciudad de los vientos, y aunque tenían escolta, no fue suficiente ante la marea de orcos que los superaban treinta a uno.

Y así con los demás comerciantes que se aventuraban por aquella zona.

Los meses pasaban y las caravanas de mercancías eran cada vez visibles, cada mes como mucho pasaban dos caravanas, pero nunca llegaban a su destino, haciendo que los orcos de las montañas ganaran todo el territorio que se extendía desde las montañas nubladas  hasta el rio Cubin que era la frontera natural de esta región con las regiones habitadas del sur.

Y así llego el invierno, las primeras nieves cerraron el paso de las montañas que separaba a los páramos gélidos de las tierras fértiles a la ladera de las montañas, dejando a los orcos como dueños y señores de los valles verdes de Rodendal.

Y fue en ese tiempo que los orcos acampaban a sus anchas por los valles, pero también fue el tiempo en que la rivalidad de las diferentes tribus empezó a salir a la luz.

Los orcos machacapiedra eran los más antiguos de la zona, todas las demás tribus, eran o descendientes de estos o habían llegado del este, mas allá de las colinas calizas que los enanos se habían adueñado hace siglos.
Pero aun así se podría decir que a diferencia de los humanos o enanos, los orcos son una raza tribal en la que predomina la ley del más fuerte.

Por ello el clan rojosnegros, quería hacer imperar dicha ley, haciéndose con los restos de las ya extintos, por su mano,  clanes de barbas verdes y rebanacabezas, para así obtener mayor número de efectivos.

Los movimientos de clanes se fueron produciendo a lo largo de todo el invierno dejando cuatro clanes principales, los machacapiedras, el clan con mayor estatus y poderío, el rojosnegros, los trituradores, y los comecraneos.

Las escaramuzas eran constantes entre estos clanes, hasta que el jefe de guerra de los machacapiedras convoco una asamblea en la que fueran los cuatro jefes y los cuatro chamanes principales.

Esto es simple  -el tono gutural del jefe de guerra machacapiedras rompió el aire como si un estruendo hubiera surcado la tienda de campaña- yo soy el que más poder tengo, os hare mis generales si rendís ahora las armas y me ofrecéis la lealtad de vuestras tribus y la vuestra.

La insólita declaración hizo que el resto de jefes de guerra rugieran y gruñeran ante tal atrevimiento.
¿Quién te crees que eres para dice eso sin luchar? Las tradiciones siempre han sido seguidas a rajatabla, y no puedes saltártelas cuando quieras porque creas que eres el que más poder tiene.

Grundor se quedó mirando al jefe de los rojosnegros con un ademan airado y con sus ojos inyectados en sangre – Luchar, grrrr, no sabes lo que dices estúpido cabeza de enano,  no me durarías ni tres segundos.
Y sin previo a viso, cinco brutos del clan machacapiedras entraron en la tienda con sus azagayas y espadas y atravesaron al jefe de guerra de los rojosnegros.

Alguien más quiere decir algo o estáis satisfechos con mi oferta –Grunder tenía una expresión divertida en la cara, mientras que los otros jefes de las tribus restantes estaban atemorizados ante tal hecho-.

Yo no tengo problema alguno –indico el jefe de los comecraneos- mientras me dejes conservar mi emblema – Los otros dos restantes asintieron a las palabras de este y establecieron la misma solicitud-.

Me parece bien, siempre y cuando seis leales al gran Grundor, caudillo de los orcos y azote de los humanos.
La reunión acabo, y una gran fiesta se celebró donde los orcos cantaron, vitorearon la nueva alianza y pronunciaban promesas de asesinamiento y derramamiento de sangre, pero no todo sería como ellos pensaban, pues las primera unión de los clanes orcos hacía ya un par de milenios, había llegado a casi la extinción de la raza.

Por ello Grundor sabía que tenía que darles algo con que entretenerse y sabia donde tenía que ir a buscarlo, y tres días después partió en busca de ese entretenimiento.

jueves, 21 de febrero de 2013

Aeveiturnus



Una maldición o una bendición, eso sería según el punto de vista que cada uno tenga de la inmortalidad.

Las razas de cortas vidas, creen que es una bendición porque no pasarían las penurias de ver a sus más allegados morir y sufrir. Sus decisiones son raudas, apresuradas sin lógica.

Para las razas de siglos de vida aceptan esta larga y prospera vida como viene sin pensar, solo hacen lo que deben y cuando deben. Sopesan cada acción, decisión y sentimiento con gran interés, y se toman su tiempo hasta desarbolar eso.

Y luego están los de mi raza, que poseemos la misma vida que un dios, es decir somos eternos, a no ser que nosotros mismos queramos terminar con esa eternidad.

Vemos pasar generaciones y generaciones de las razas de vidas perecederas, y cambiar el mundo para un sitio o para otro, pero todo según los designios de los dioses que nos pusieron en este mundo.
Cada acción y reacción estaba planeada de antemano, ¿pero si estaba planeada de antemano porque dejar que las razas que crearon tengan libre albedrio?

Es algo que los de mi raza nunca llegaremos a comprender por qué observemos y cataloguemos cada echo, evento, cambio en nuestras bibliotecas subterráneas. 

Mi tarea es realizar esa labor, viajar por el mundo a cada rincón de este, aldea, ciudad, paramo y montaña, y registrar lo que acaece en esos lugares.

Mi mente es una masa informe de recuerdos, sensaciones, visiones, y sentimientos que posteriormente serán descargados en el gran Prisma, donde eones de información yacen almacenados.

¿Y todo para qué? Para que solo los encargados de catalogar esa información la vean una vez y se quede allí recogiendo polvo sin servir para nada.

Exactamente eso es lo que hacemos, recoger y catalogar, somos como los humanos llamarían historiadores, pero en todo el ámbito de la palabra, hemos recogido cada segundo de cada minuto, cada minuto de cada hora, cada hora de cada día, cada día de cada año, y cada año desde que el mundo fue creado a partir de una roca informe que orbitaba alrededor de una estrella brillante.

Y aquí nos encontramos recogiendo como los humanos han contactado con razas más allá de la galaxia donde los dioses los establecieron. Nuestro trabajo se ha duplicado ya que con cada nueva experiencia nueva información hay que recoger y almacenar.

Y nuestra raza ya se ha cansado, creo que soy uno de los pocos que quedan de mi clan. Sigo mi camino como me enseñaron mis padres, y como los padres de estos les enseñaron.

Y por más que me muevo más me queda por recorrer, aun así pronto llegara mi hora, y espero que ese día llegue lo más tarde posible, porque al contrario que los de mi raza mi ansia de conocimiento y de viaje aún no se agota.

La única pega que le pongo a mi vida, es mi soledad, veo como las razas perecederas se relacionan entre sí, se aman y se odian, sentimientos que los nuestros no reconocemos ya que somos una raza lógica, y fuera de eso no nos podrán sacar, si algo no es lógico nosotros le buscamos la lógica, y si no lo catalogamos y lo estudiamos durante decenas, centenas o milenios, hasta que encontramos la lógica.

Pero esos dos sentimientos se nos han escapado de nuestro control. Sera que empiezo a comprender que todo tiene su igual en esta vida aunque sea eterna y que el orden no puede vivir sin el caos.

Nosotros buscamos el orden, adoramos el orden, pero que es este caos que empieza a emanar de mi interior.

Por ello quiero seguir mi viaje, conseguir resolver este sentimiento que me está consumiendo poco a poco y enseñárselo a los pocos de mi raza que aún quedan.

¿Pero cuánto tardare?¿Me cansare ante de encontrar el significado a esto?¿o simplemente lo desechare como he desechado muchas cosas?

No lo sé, solo sé que mi nombres en mi idioma es imposible de pronunciar en ninguno de los lenguajes que se,  pero mi nombre en esos lenguajes es Aeveiturnus, y por ello seguiré recopilando cada recuerdos, sensaciones, visiones,  sentimientos e historias que se dan en los confines de este vasto universo.

martes, 19 de febrero de 2013

Flecha negra



El ulular de los arboles era una canción melodiosa y armónica para sus oídos que junto con el trino de los pájaros componían una sinfonía de extrema calidad para aquel elfo apostado en su rama.

Siempre se le había considerado un gran guerrero con sobrada experiencia en el arte de la guerra, pero nadie sabía que también era un gran adorador de la belleza que las largas horas de vigilancia de los bosques y patrullas hacían de él lo que era.

Siempre tenía a mano su arco de roble con hilo de plata, con sus flechas de plumas negras caídas de los cuervos que las hacían tener un equilibrio para el perfecto.

A su cintura siempre colgaba una espada de manufactura rudimentaria y una daga con inscripciones en elfico y su atuendo cuero negro verdoso para ocultarse y camuflarse en los árboles.

El súbito relajamiento al que estaba sometido se vio interrumpido por la desbandada de un par de pájaros. En ese mismo momento sus sentidos ya de por si agudizados por su duro entrenamiento y sus genes, se pusieron en alerta.

Los ojos veían más allá de lo normal, podría decirse que eran como catalejos naturales, sus oídos oian todo lo que había alrededor, y sus músculos se empezaban a tensar convirtiéndolos en cuerdas duras de carne. 

Y a lo lejos lo vio, una partida de cazadores, no pudo distinguir la raza de estos pero no le importo, con una agilidad propia de una pantera avanzo de rama en rama solo dejando caer un par de hojas de cada salto, el silencio que envolvía el bosque era un silencio que para él se podía considerar sobrenatural, pero eso no importaba en aquel momento, a medio kilómetro de los cazadores pudo ver que eran barbaros de las planicies que se habían adentrado al bosque a cazar, cosa que sabían que estaba prohibido.

Sin más dilación saco su arco y una flecha de plumas negras de su cajac, la coloco en el arco y la tenso la cuerda de este. Disminuyo las inspiraciones y expiraciones para mantener un pulso firme y no desviarse un milímetro de su objetivo.

Tras unos segundos de preparación soltó la flecha junto con la cuerda del arco y esta recorrió la distancia que los separaba a una velocidad endiablada para terminar incrustándose en la cabeza de uno de los barbaros.

Ya quedan tres – Volvió a tensar la cuerda tras sacar la flecha y repitió la misma acción, la flecha esta vez se incrusto en el pecho de otro bárbaro de piel morena y cabellos negros azabache.

Tras esto bajo de la rama y recorrió la distancia que lo separaba de los dos barbaros restantes que recuperados de la sorpresa se prestaron a atacar a aquel ser de aspecto frágil y esquelético.

El primero se lanzó con su espada gritando a su dios de la guerra pero Inthar no prestaba atención,
La espada paso a escasos centímetros de la cara de Inthar, pero este no se inmuto con un giro de muñeca hizo que su espada rebanara el brazo del barbaro que estaba recuperándose del fallo para atacar de nuevo.

Tras ver como el brazo volaba por los aires sin soltar la espada, Inathar con un giro elegante de cintura se colocó al otro lado del bárbaro y le secciono la garganta, haciendo que este se desplomara en el suelo, dejando un charco de sangre.

El otro bárbaro que no había estado mirando las musarañas, de un paso se colocó frente al elfo, y con su martillo de guerra barrio todo lo que tenía por delante, salvo a Inathar que con un leve saltito hacia atrás salió del radio de alcance del bárbaro.

No eran gran cosa pero se estaba divirtiendo, el siguiente moviendo lo llevo a colocarse a corta distancia del bárbaro al cual con un giro de la muñeca lanzo una estocada vertical que el bárbaro consiguió frenar con el mango de madera bañado en plata de su martillo de guerra, pero tras una finta con el pie izquierdo Inathar consiguió realizar un corte con una pequeña daga que llevaba al cinto haciendo que el bruto diera dos pasos a atrás.

La lucha empezaba de nuevo el elfo y el bárbaro se miraba con sumo respeto, ambos sabían que su contrincante era uno contrincante formidable, pero ninguno del os dos se daría por vencido tampoco.

Por ello el bárbaro arremetió con su martillo de guerra dejando múltiples vías de acceso descubiertas, cosa que al elfo no se le escapo, y tras una finta a de izquierdas y otra de derechas consiguió introducir su espada en las costillas del bárbaro llegando hasta al pulmón.

El bárbaro ante la nueva herida empezó a toser sangre pero a la vez un frenesí de rabia lo enloqueció de tal forma que no sentía ningún tipo de dolor, y en una última acción consiguió golpear al elfo en el brazo haciendo que se partiera pero aun así el elfo consiguió clavar su daga en el cuello del bruto haciendo que ambos cayeran al suelo, uno muerto y el otro desmallado por el dolor de los huesos del brazo y las costillas rotas.

El espectador del combate una vez estuvo seguro que había acabado este, bajo de su escondrijo y presto enterró los cuerpos de los bárbaros y se llevó a Inathar lejos de allí.
Nunca aprenderás jovenzuelo cabezón.


lunes, 18 de febrero de 2013

La guerra del Panteón



En los albores del universo los dioses bebían, jugaban y discutían sobre asuntos triviales y de la vida cotidiana que hacían.

Pero había un tema del que ningún dios se atrevía a hablar. Por ello cierto dios dio rienda suelta a su imaginación. Creo un cacho de tierra a la que dio forma y la coloco en un recóndito lugar del universo para mantenerlo en secreto, pero sabía de por sí que no duraría mucho hasta que los demás lo adivinaran.

Tras varios eones, los demás dioses descubrieron el secreto debido a que uno de ellos siguió en las salidas de este a ver su creación, y fue a contárselo a los demás.

Tras enterarse los dioses discutieron durante años que iba a pasar con dicha creación. Las discusiones pasaron de críticas a propuestas y de propuestas a hechos, pero había algo que todos tenían claro desde el principio, que el creador junto con su casa no participaría en nada que se decidiera.
Las seis primeras casas llegaron a un consenso, cada uno se encargaría de otorgar una parte a la nueva creación.

La primera casa, Choleron, era la encargada de implantar la vida vegetal en el mundo, ya que serían el sustento de lo demás. La casa, Matarión, establecería las relaciones entre el mundo y los seres vivos, además de la creación de las montañas y los valles, el mar y los ríos, playas y desiertos.

Tras ser establecido que las dos primeras casa se encargarían de modelar el nuevo mundo e implantar seres vegetales en él, se pasó a dictaminar las funciones de la tercera casa. La casa Magron se encargaría de colocar, un poder mínimo de los dioses que llamarían magia, y que con tiempo y paciencia esta se extendería por el mundo otorgando poderes a los posibles seres racionales que pudieran habitarlo. 

Y para finalizar la cuarta, quinta, y sexta casa serían las encargadas de colocar en el nuevo mundo, la vida animal y racional. La cuarta casa, los Irrondon serían los encargados de poner animales en los diversos ecosistemas que habían creado la segunda casa.

Los Hamaularon, serían los encargados de colocar a los humanos, una especie evolucionada y superior a los animales, mientras que la casa Echelon, se encargaría de colocar a los elfos y los enanos. Aunque todas estas razas poseían inteligencia similar, a todas les fueron infundadas características propias de los dioses que las crearon.

Pero después de que la 7ª casa fuera excluida de cualquiera tarea, ellos no lo aceptaron, y a escondidas de las demás casas colocaron en los seres racionales emociones que los otros dioses no habían puesto, como el odio, la envidia.

Tras colocar estas emociones que los demás dioses tardaron en descubrir, la séptima casa estaba en constante tensión por las posibles consecuencias, ya que contra menos tiempo pasara más leve seria la sentencia.

Pero los deseos de los Daloron no fueron recompensados, y las demás casas descubrieron lo que hicieron, provocando que la séptima casa, la casa Daloron, fuera exiliada a un plano de existencia inferior al que Vivian los dioses.

Tras varias décadas desde que la séptima casa fue exiliada, las seis restantes crearon libros. Cada una de lo que le correspondió poner en el mundo, y en un lenguaje que solo ellos conocían. Pero al igual que antaño la casa séptima hizo lo mismo, pero en su libro no puso lo que creo, sino que puso lo que se podía crear con el poder de la magia.

Los seis libros de las primeras casas se colocaron en un lugar sagrado donde permanecerían hasta que los descubrieran en su refugio de nogales, mientras que el séptimo libro fue colocado bajo un lago al otro lado del mundo.

Los libros estaban a la espera que los encontraran, por eso lo pusieron ahí los dioses, para guiar a sus creaciones y llevarles por el buen camino, es lo que paso, los hombres, elfos y enanos fueron los primeros en descubrir los libre uno por uno.

Ante esto los magos de las tres razas, construyeron la torre del diamante donde se guardaron.
El mundo era joven y los seres que lo habitaban empezaron a corromperse debido a las emociones que les introdujeron los dioses de la séptima casa. Lo que provoco la separación de las razas, las razas en familias, las familias en nobles y plebeyos y eso comenzó a dividir también el territorio.

Pero algo hubo que no cambio, fue la torre del diamante, los magos se alinearon a la neutralidad porque ellos solo tenían el objetivo del conocimiento, y por lo tanto no intervinieron en las disputas de los demás.

Uno de los magos en un peregrinaje dio con el libro de la séptima casa y al ojearlo y ver que podía hacer empezó a corromper a las razas en experimentos que llevo a cabo. Estos experimentos dieron lugar a nuevas razas como orcos, trolls, goblins, y demás seres que pueblan el mundo.

Esto provoco que diera lugar a la gran primera guerra donde los magos y razas benignas se unieron para combatir a este mago y sus creaciones.