Una maldición o una bendición, eso sería según el punto de
vista que cada uno tenga de la inmortalidad.
Las razas de cortas vidas, creen que es una bendición porque
no pasarían las penurias de ver a sus más allegados morir y sufrir. Sus
decisiones son raudas, apresuradas sin lógica.
Para las razas de siglos de vida aceptan esta larga y
prospera vida como viene sin pensar, solo hacen lo que deben y cuando deben.
Sopesan cada acción, decisión y sentimiento con gran interés, y se toman su
tiempo hasta desarbolar eso.
Y luego están los de mi raza, que poseemos la misma vida que
un dios, es decir somos eternos, a no ser que nosotros mismos queramos terminar
con esa eternidad.
Vemos pasar generaciones y generaciones de las razas de
vidas perecederas, y cambiar el mundo para un sitio o para otro, pero todo
según los designios de los dioses que nos pusieron en este mundo.
Cada acción y reacción estaba planeada de antemano, ¿pero si
estaba planeada de antemano porque dejar que las razas que crearon tengan libre
albedrio?
Es algo que los de mi raza nunca llegaremos a comprender por
qué observemos y cataloguemos cada echo, evento, cambio en nuestras bibliotecas
subterráneas.
Mi tarea es realizar esa labor, viajar por el mundo a cada
rincón de este, aldea, ciudad, paramo y montaña, y registrar lo que acaece en
esos lugares.
Mi mente es una masa informe de recuerdos, sensaciones,
visiones, y sentimientos que posteriormente serán descargados en el gran
Prisma, donde eones de información yacen almacenados.
¿Y todo para qué? Para que solo los encargados de catalogar
esa información la vean una vez y se quede allí recogiendo polvo sin servir
para nada.
Exactamente eso es lo que hacemos, recoger y catalogar,
somos como los humanos llamarían historiadores, pero en todo el ámbito de la
palabra, hemos recogido cada segundo de cada minuto, cada minuto de cada hora,
cada hora de cada día, cada día de cada año, y cada año desde que el mundo fue
creado a partir de una roca informe que orbitaba alrededor de una estrella
brillante.
Y aquí nos encontramos recogiendo como los humanos han
contactado con razas más allá de la galaxia donde los dioses los establecieron.
Nuestro trabajo se ha duplicado ya que con cada nueva experiencia nueva
información hay que recoger y almacenar.
Y nuestra raza ya se ha cansado, creo que soy uno de los
pocos que quedan de mi clan. Sigo mi camino como me enseñaron mis padres, y
como los padres de estos les enseñaron.
Y por más que me muevo más me queda por recorrer, aun así
pronto llegara mi hora, y espero que ese día llegue lo más tarde posible,
porque al contrario que los de mi raza mi ansia de conocimiento y de viaje aún
no se agota.
La única pega que le pongo a mi vida, es mi soledad, veo
como las razas perecederas se relacionan entre sí, se aman y se odian,
sentimientos que los nuestros no reconocemos ya que somos una raza lógica, y
fuera de eso no nos podrán sacar, si algo no es lógico nosotros le buscamos la
lógica, y si no lo catalogamos y lo estudiamos durante decenas, centenas o milenios,
hasta que encontramos la lógica.
Pero esos dos sentimientos se nos han escapado de nuestro
control. Sera que empiezo a comprender que todo tiene su igual en esta vida
aunque sea eterna y que el orden no puede vivir sin el caos.
Nosotros buscamos el orden, adoramos el orden, pero que es
este caos que empieza a emanar de mi interior.
Por ello quiero seguir mi viaje, conseguir resolver este
sentimiento que me está consumiendo poco a poco y enseñárselo a los pocos de mi
raza que aún quedan.
¿Pero cuánto tardare?¿Me cansare ante de encontrar el
significado a esto?¿o simplemente lo desechare como he desechado muchas cosas?
No lo sé, solo sé que mi nombres en mi idioma es imposible
de pronunciar en ninguno de los lenguajes que se, pero mi nombre en esos lenguajes es
Aeveiturnus, y por ello seguiré recopilando cada recuerdos, sensaciones,
visiones, sentimientos e historias que
se dan en los confines de este vasto universo.
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