jueves, 26 de julio de 2018

La orden Negra. Capítulo I


Tecnología y magia, esas eran las dos palabras que más sonaban en la antigüedad. Una no podía estar en consonancia con la otra, o eso se pensaba y por ello los constantes conflictos entre ambas eran auténticas masacres a lo largo y ancho del mundo. Todo el mundo sabía que si la tecnología avanzaba la magia retrocedía y viceversa, pero nadie podía entender que ambas cosas pudieran avanzar al unísono combinándose entre sí para crear un nuevo campo nunca antes imaginado.

Pero un punto de inflexión sacudió estos cimientos tan arraigados desde tanto tiempo. El primer arcanologo apareció sobre la faz de la tierra. Este fue el que estableció las primeras bases de la convivencia entre magia y tecnología que el mundo llamaría posteriormente las cinco leyes. Estas leyes o principios eran simples.

1º Tecnología y magia son coetáneas y por lo tanto ambas conviven en el mismo mundo y al mismo tiempo.

2º Al igual que ambas son coetáneas, ambas son individuales, pues ambas son cosas únicas.
3º Como elementos del mundo material, ambas pueden ser usadas por las especies con un grado alto de sensibilidad.

4º Como todo en el mundo, ambas han de ser estudiadas y controladas, pues un mal uso puede llevar a la destrucción de mundo.

La combinación de ambas puede llegar a suponer una gran aliciente para el progreso pero hay leyes naturales que no deben ser traspasadas.

Estas cinco leyes fueron las bases para que tecnología y magia se usaran conjuntamente y evolucionaran hasta los días actuales.

Pero como todo, siempre habrá elementos subversivos en todas las zonas y en todas las épocas, que consideran que nada debe mezclarse ya que la pureza es la más grande de las cosas. Por ello los tecnólogos que eran la facción más puritana de la tecnología y los arcanos su homóloga en cuanto a la magia, consideraban que los arcanologos eran el mayor mal que había pisado la faz del mundo y por ello su lucha particular quedo aparcada para enfrentarse a su enemigo común.

Las primeras guerras mágicas dieron comienzo décadas después de que los arcanologos fueran creciendo como facción.  Estos pronto serian una fuerza a considerar, pero sus estudios combinados de magia y tecnología no conseguirían llegar a su culmen debido a la superioridad en conocimientos que tenían los tecnólogos y los arcanos de sus respectivas disciplinas.

La primera guerra mágica duro apenas cuatro años, que fueron los años en los que ambas facciones puritanas tardaron en acabar con casi todos los arcanologos y la posterior prohibición de esta disciplina.
Desde ese mismo momento los arcanologos pasaron a la clandestinidad, moviéndose de país en país cuando era descubierta alguna de sus células. Pero no mucho tiempo después, un par de décadas o tres, no se sabe con exactitud, los arcanologos consiguieron estar al mismo nivel que los puritanos y empezaron el contraataque contra estos.

Esto provocó que el mundo y todos los que lo habitaran acaraban diezmados y al borde de la extinción y de la destrucción. Fue en ese preciso momento fue cuando los arcanologos habían descubierto como potenciar la tecnología con la magia, haciendo que ambas disciplinas evolucionaran a extremos que los puritanos ni en sus sueños podrían imaginar ni enteder.

Esto provoco que puritanos y mestizos llegaran a un acuerdo de alto el fuego. Ambos estudiaron juntos estas nuevas técnicas y vieron cómo, aunque eran una aberración, daban el resultado que buscaban y cómo el mundo empezó a prosperar bajo el mando de los arcanologos y su tecnología.

Pero al igual que los partidarios del acuerdo comprendieron que estos mestizos eran importantes para recuperar el mundo que habían perdido, también los detractores de ellos pensaban que si bien esas tecnologías y magias eran importes, también era cuestión de tiempo que los mestizos se hicieran con el mundo y lo manejaran a su voluntad, imponiendo sus ideas y destrozando todo lo puro que ambas disciplinas aportaban por si solas.

Mientras el mundo era reconstruido y los arcanologos lo llevaban por el camino más lógico, más partidarios empezaban a unirse a la corriente radical de que los mestizos acabarían con todos y la única disciplina que se enseñaría seria la arcanologia. Pero este movimiento no es que fuera muy escuchado hasta que no pasaron un par de siglos. Los arcanologos eran respetados por sus logros tanto científicos como sociales, pero todo ese respeto y en parte admiración término por caer gracias a uno de los seres más despreciables que puso los pies en el mundo.

En aquella época la tecnología y la magia habían logrado recuperar el mundo que antaño se perdió y mejorarlo. Esto era un hecho y no se les podía negar, pues el esfuerzo que hicieron arcanos, tecnólogos y arcanologos fue encomiable y reconocido en muchos sentidos. Pero todo ese reconocimiento y respeto se perdió debido al trigésimo cuarto líder que nombraron los arcanologos. 

Los arcanologos elegían a sus líderes por lo logros conseguidos. Por ello siempre habían sido dirigidos por aquel cuyo currículo fuera extenso en cuanto a logros, resultado e investigaciones. Por ello el trigésimo cuarto líder fue Matrios Khrutero, un arcanologo que había conseguido obtener de forma limpia y casi sin coste energía ilimitada. 

Este descubrimiento produjo que muchos de los tecnólogos se beneficiaran de pequeños artefactos que podían contener el equivalente en energía a un sol en miniatura, proporcionando energía de forma casi ilimitada a sus aparatos. Esto provocó que los tecnólogos hicieran grandes avances en cuando a transporte, iluminación y agricultura. Además Matrios fue también considerado como aquel que descubrió como poder usar la tecnología para poder viajar entre las nubes.

Aunque todos estos logros ayudaron a la humanidad también hicieron que Matrios se volviera arrogante y presuntuoso haciendo que sus ideas más oscuras salieran a luz provocando constantes conflictos entre las tres facciones. Los ataques tanto de defensores como de detractores fueron aumentando en los años venideros hasta que llegaron a lo que se conocería como la segunda guerra mágica. Esta nueva guerra fue más duradera que la anterior pero también fue menos destructiva, pues las tres partes aún tenían fresco lo que había ocurrido con anterioridad.

Los puritanos que estaban mejor posicionados y tenían un concepto de guerra más sucio que los mestizos poco a poco y gracias al desgate y la propaganda de todo tipo se fueron imponiendo y ganando terreno sobre los mestizos. Pero algo cambiaría el devenir de la guerra y relegaría de una vez por todas a los mestizos a la clandestinidad y la ocultación.

Los puritanos consiguieron la prueba definitiva de que los arcanologos no podían existir, y que la magia y ciencia tenían que estar separadas y no mezcladas. En una ciudad remota que casi lindaba con la frontera de las tierras conocidas, Matrios llevo a cabo un experimento cuya consecuencia fue la erradicación de la ciudad, o eso creían los arcanologos, pues ciertos documentos fueron entregados a los puritanos por parte de un descendiente de una de las familias que habitaban aquella ciudad.

En esos papeles se demostraba como Matrios había combinado magia y tecnología para crear seres vivos, cosa que estaba prohibida y penada con la muerte según las leyes establecidas. Estos papeles se hicieron públicos y las autoridades volcaron todo su poder contra Matrios provocando lo que sería el final de la guerra y la muerte de Matrios.

Tras años de investigaciones, obtención de pruebas y estudios se llegó a la conclusión de que los experimentos de Matrios habían acabado en fracaso. Así que se le condenó a muerte y la arcanologia quedaría prohibida en todos los reinos de las tierras celestes. Esto provoco la creación del cuerpo inquisitorial el Brazo Rojo cuyo propósito sería la persecución y asesinato de todos los arcanologos que no habían rechazado su naturaleza, provocando que en diez años murieran más de cinco millos de arcanologos por todas las tierras celestes.

La sola mención de los Brazos Rojos hacía temblar a los adultos más aguerridos pues sus acciones en esa década se registraron como las más atroces que una organización armada podría cometer contra sus propios congéneres.

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