Ya había pasado por muchas ciudades donde la cofradía de las
plumas rojas tenía alguna sede, y en todas ellas como era costumbre desde hacía
meses aparecían los cadáveres de aquellos que pertenecían oficialmente y se
sabía aunque no hubiera pruebas para detenerlos, o se suponía que pertenecían.
Sus pasos lo habían llevado cada vez más cerca de la sede central de la cofradía de
asesinos, pero por más que intentaba acercarse,
veía que más lejano estaba el asunto. Pero cierto día consiguió llegar a
la capital del imperio Gromos, donde estaban asentadas todas las cofradías
criminales que se pudieran imaginar bajo el estandarte de cofradías o gremios
mercantiles.
La ciudad estaba igual de cómo la había visto por última
vez, los mercados y callejuelas más pobres estaban atestado de gente haciendo
negocios, mientras que los barrios más elegantes ofrecían a los nobles y
cortesanos ese espacio que los separaban de la inmundicia que había pocos
metros de allí.
El asesino como gran conocedor de su profesión, sabía que un
disfraz de mendigo o de comerciante podía suponer mucha diferencia a la hora de
obtener una información u otra, por ello opto por disfrazarse de varios individuos
para obtener así un mayor flujo de información.
El resto del día, más la noche y parte del siguiente se pasó
recogiendo información, información que le pareció muy sencilla recopilar, y además
de comprobar lo serviciales que eran los que se la proporcionaban, y eso sabía
que no era normal y más teniendo en cuenta donde estaba.
Ante tales hechos fue con pies de plomo y los siguientes
días no dejo verse mucho, y cuando lo hacía cambiaba constantemente de rutas y
lugares. Pero sabía en su fuero interno que no tardarían mucho en llamar a
cualquiera de sus puertas para convocarle ante el maestre de la cofradía, y ahí
seria donde podría darse por muerto, pero no sin antes llevarse por delante a
todos los que pudiera con él.
Pero eso todavía tardaría en pasar, por lo que intento
ordenar toda la información que había acumulado y sacar algún tipo de patrón o
elemento discordante en ella. Para ello recurrió a sus contactos en la ciudad,
a los cuales puso sobre aviso de que podrían andar en peligro, cosa que dudaba,
porque si no estaban muertos ya, era porque no les interesaban gentes de su
calaña, y querían alguna presa más suculenta.
Tras una semana en la capital el momento de la convocatoria
llego, como todo este tipo de asuntos, sin previa constancia y a unas horas
poco habituales, ¿pero que se esperaba de una organización ilegal que iban a
juzgar a uno de sus miembros?
Fue llevado a la cofradía escoltado por un par de agentes
veteranos y experimentados. Al recorrer las calles parecían simples
comerciantes, y para los que tenían más tiento sabían que se trataba de una
reunión importante, y por ello agachaban la mirada a los pies mientras pasaban.
Una vez en la cofradía tras un paseo de cinco minutos, le
llevaron ante el maestre. Una vez frente a él, se veía que aquel hombre canoso,
curtido y con varias cicatrices representaba a la perfección al
asesino-comerciante y como se le conocía en todos lados era un avezado y
experto asesino en sus tiempos mozos en
los cuales los grandes dirigentes de mayor o menor medida lo habían contratado.
Ambos individuos frente a frente mostraban el pasado y el
presente de la cofradía, el antiguo asesino maestro y el presente asesino
maestro. Lo único que los diferenciaba era su edad y sus métodos, pues el
maestre era un excelente envenenador y el joven asesino es un experto
degollador además de un experto manipulador de escenarios de crímenes, hasta
que fue perseguido, pero como todo siempre hay tiempo para cambiar los métodos,
aunque este cambio se debía a que quería que supieran que era el quien había
perpetrado aquellos hechos.
-Bien muchacho, por fin estamos cara a cara. Ahora quería
preguntarte una cosa, ¿has disfrutado asesinando a todos aquellos que antes se
consideraban tus hermanos? – la voz del maestre era profunda y abarcaba toda la
sala. –No, solo ejercía mi propia defensa, pues si no acababa con todos
aquellos, ellos acabarían conmigo, y por ello no había nada personal en acabar
con sus vidas, pero no pasara lo mismo cuando acabemos esta charla. –El maestre
permanecía impasible ante las palabras del asesino, pues sabía que no tenía
nada que temer.
Pasados unos segundos en los que el maestre parecía reflexionar
se acomodó en la silla donde estaba sentado- Y si te dijera que no estás en el
lugar indicado ¿creerías mis palabras? – Esto desconcertó al asesino pues a
todas luces, y toda la información que había obtenido apuntaban a la cofradía y
que todo estaba ordenado por los oficiales de más alto rango.
-¿Y usted qué pensaría en mi situación? –La respuesta con
otra pregunta hizo que el maestre se riera.- Tienes razón, sería poco probable
que me creyeras, es más yo mismo no me creo todo lo que ha pasado últimamente-.
La situación estaba cambiando de rumbo muy rápido para los
planes que había hecho en su mente días antes. – Bueno pero eso es lo de menos,
porque no conocías la situación y el ser ignorante no quita el hecho de haber incumplido
las leyes de la cofradía, solo es un atenuante.- El maestro de la cofradía miraba
con semblante sereno al asesino.
-Pero quiero informarte que todos aquellos que has eliminado
estaban conspirando contra la cofradía, y por ello te lo agradecemos pero no
podremos quitarte la sentencia de muerte por atacar a hermanos.- El asesino se esperaba
tal hecho, así que iba preparado para hacer lo que tenía que hacer, pero en ese
mismo momento se paró en seco y su mente empezó a darle señales
contradictorias, pues el maestro de cofradía había mencionado mucho más de lo
que quería decir.
-Si esa es la sentencia, pues no me queda más que aceptarla
pues…. – En ese instante un mago entro en la sala. – Veo que ya estamos
preparados-. El maestro de cofradía se levantó y se dirigió hacia el asesino y
le susurro algo al oído. –Haz todo lo que te indique, pues de ello dependerá
que salgas con la cabeza éntrelos hombros.- El maestro se retiró un poco y
cogió una daga para degollar al asesino, pero algo raro se mascaba en el
ambiente.
-Bien, pues procedamos con la ejecución.- El maestro de
cofradía en un ágil y rápido movimiento degolló al asesino con su mismo método y
la sangren mano de la herida sin obstáculo empapando la ropa y creando un gran
charco en el suelo.
Tras unos segundos, pues el corte había seccionado las
principales arterias y venas del cuello, el asesino cayó desplomado, y cuando
todo acabo el maestre mando vaciar la sala para dar el último adiós a su mejor
asesino.
-Rápido no hay tiempo Balazar, haz ya el cambio, y tu Krown
ven aquí para realizarlo. El asesino que había observado atónito aquel degollamiento
tardo unos segundos en reaccionar pues por lo que parecía el mago había lanzado
una ilusión sobre otro hombre y lo había hecho parecerse a él, mientras que a
él lo había hecho invisible a todos los de la sala.
-Esto te va a doler, pues no es fácil cambiar la cara de un
vivo por la de un muerto.- Balazar conjuro los salmos arcanos para hacer el
cambio de cara y tras unos minutos de agonía y dolores insufribles Krown había
cambiado su cara por la del que ahora yacía inerte, al igual que el que yacía
inerte en el suelo poseía su cara, pues el conjuro de ilusionismo se había ya
disipado.
-Bien ahora escucha atentamente, a partir de ahora Krown ha
muerto para todos salvo para Balazar y para mí, y por ello si alguien pregunta
quién era te llamaras Raven y eres un nuevo miembro de cara al público, pero
entre nosotros tu misión será la siguiente:
Debes liquidar a todo aquel rebelde cuyo nombre este en esta
lista.-
El maestre le dio un papel con una lista de nombres
escritos. – No te preocupes por las interferencias pues estas no existirán, y
ten cuidado con descubrirte pues entonces ya sí que se me ira todo de las manos
y no podré hacer nada más por ti.-
Raven asintió y dio las gracias al maestre de la cofradía
por darle una nueva oportunidad de hacer justicia.
-Haré el trabajo que me ha encomendado de la mejor forma que
se y seré lo más discreto que pueda.-
Tras esto Raven se despidió y salió con
su nueva identidad para realizar sus funciones, y con ello cambiaría la
historia de la cofradía ya que la peor crisis de esta estaba en su punto álgido
pero gracias a sus acciones había empezado la remodelación.