Allí estaba tumbado en el suelo bocarriba con los ojos
abiertos contemplando como caían las gotas de lluvia que resbalaban por su cara
hacia la hierba que tenía bajo él. Pero algo había raro en aquel idílico y
pacifico retrato, pues los ruidos poco a poco empezaron a superponerse a la
lluvia.
Gritos de furia, angustia, miedo mezclados con el
entrechocar de los hierros y el restallido de las cuerdas al ser soltadas, un
la música de fondo de las colisiones de grandes rocas impulsadas por catapultas
que se estrellaban en las murallas que defendían lo que antes había sido la
capital del mayor imperio que jamás los dakones habían conocido en su vida.
Dakon capital del imperio blanco, imperio que se sostenía en
el estudio de la magia, el sacerdocio hacia los dioses fueran benignos,
malignos o neutrales, y el arte en general. Gracias a sus maneras y formas
habían logrado imponerse a cada uno de los desastres naturales, mágicos o
divinos que habían asolado Kalen.
El imperio blanco desde su inicio había ofrecido incondicionalmente
ayuda a cualquier individuo o nación que humildemente hubiera solicitado esta
ayuda, por eso habían conseguido tratados y alianzas que hicieron que su
hegemonía en el estudio fuera alabada en cada rincón del mundo, pero también su
actitud hacia esta neutralidad pura habían conseguido que el imperio blanco se
grajeara enemigos poderosos, que si no de frente si en las sombras más de una
vez habían intentado desestabilizar el régimen político, social y religioso del
imperio.
Pero siempre habían salido ilesos de cualquier tipo de
conflictos, pues el imperio daba más de lo que sus aliados necesitaban y por
ello siempre que sus aliados veían problemas, rápidamente socorrían al imperio
y desbarataban los males que pudieran causarle a este.
Pero no serían males externos los que destruirían el imperio
blanco. Todo el mundo pensaba que el nuevo emperador el que sería el vigésimo
tercer emperador del imperio blanco, Thalos el templado como le bautizaron
todos tras ver sus maneras y formas de vivir llevaría al imperio a un nuevo escalón
en la política mundial ampliando las fronteras del imperio por primera vez en
tres siglos para que nuevos territorios pudieran estar bajo el mando del
imperio.
Todos pensaban que estos territorios se unirían al imperio
como los anteriores, sin muchas condiciones pues eran simples formalidades.
Pero Thalos el templado tenía otros planes, era hora de que las cosas cambiaran
y sabía que si dejaban que los territorios se unirán sin más seria igual que
sus antecesores, por eso cada nuevo territorio que se uniera tendría que pagar
una dote al imperio para que este se hiciera con el control y abasteciera en
los primeros años a esas nuevas regiones.
Estas nuevas políticas establecidas por el imperio blanco
hicieron que se ganara muchos reproches, pero aun así este tipo de políticas
sigo adelante hasta que pasada una década en la que Thalos el templado paso a
denominarse Thalos el destructor, hizo lo que nadie había visto hacer en más de
mil años, arremetió contra aquellos que empezaban a alzar su voz en contra el
del nuevo emperador y la necesidad de que el hermano pequeño del anterior
emperador, asumiera el trono. Esto provoco que poco a poco que regiones leales
por siglos al imperio blanco empezaran a conspirar y maquinar para derrocar al
emperador Thalos.
Y a no mucho tardar, junto con las acciones que Thalos había
comenzado, hicieron que el imperio
entrara en una guerra civil que duraría un lustro, pues casi ya a las puertas
de la muerte Thalos fue asesinado.
Sin descendencia y los familiares que se postulaban para ser
el nuevo emperador en aquel imperio resquebrajado por todos lados, y que muchas
regiones habían aprovechado la muerte del emperador para proclamar la
independencia del imperio provocando que junto con las luchas internas de poder
de los diferentes familiares hicieron que en cinco años el imperio acabara
deshecho.
Cada parte del imperio se segrego en reinos más pequeños
gobernados por los reyes locales, o por consejos de ancianos. Las guerras eran
el pan de cada día desde que el imperio desapareció, y las muertes se podían
contar por millones. Los reinos un mes tenían a su vecino de aliado y al
siguiente estaban luchando a muerte.
Pero todo esto no se producía en un lugar remoto. Era un
lugar que podría decirse que era el último bastión del imperio blanco. Allí
reinaba un sobrino del emperador Latos II padre de Thalos I. Este descendiente
de los Dakanion, que había propagado la sangre delos Dakonion, había heredado aquel reducto gracias a que su
padre, el segundo hermano de Latos II y que falleció por una rara enfermedad en
los huesos, había hecho una gran contribución al imperio antes de su final.
Había conseguido discernir que la magia como tal era
simplemente una representación del cosmos a través de un tejido invisible e
inocuo del que los magos obtenían la energía necesaria a través de fórmulas de
intrincados símbolos.
Además de que estas fórmulas eran genéticas, es decir que
solo aquellos cuyos genes tenían la configuración adecuada podían, de forma
instintiva y natural, obtener estos poderes aun no sabiendo descifrar los
símbolos.
Pues su hijo no solo había heredado esta capacidad de su
padre, también había heredado la sabiduría y el conocimiento suficiente de este
para mantener en segundo plano. Pero no solo él sino su descendencia.
Cthos, tuvo dos hijas y un hijo, una de las hijas pronto
destaco en el campo de la religión y su comunión con los dioses la hizo
ascender rápidamente en el sacerdocio, llegando a ser Sacerdotisa primera.
La segunda hija era una gran filosofa y artista, sus ensayos
y esculturas eran el orgullo nacional, pues en ellas la joven Dakanion
representaba su forma de ver el mundo y sus ideas sobre esta representación.
Esto hizo que todas las bibliotecas de los diferentes reinos tuvieran al menos
algún ejemplar de sus obras o las cortes más adineradas quisieran una de sus
obras de arte.
Y por último estaba el pequeño de los tres, había nacido
casi de improvisto, pues Cthos y Rasa no creían posible que tuvieran más hijos
después de haber dado a luz a Reeas cinco años antes de que naciera. Holos fue
el nombre que eligieron para él, pues su nombre fue el nombre del primer
emperador del imperio blanco. Ambos progenitores pensaron que el nombre del
emperador Holos I el reinstaurador era el nombre más indicado para su hijo.
Este joven intrigaba a todo el mundo pues a simple vista
parecía que fuera un simple plebeyo, pues a diferencia de sus padres y hermanas,
siempre iba vestido con calzas de cuero, botas desgastadas, camisas amplias y
medio rotas y una capa gris rasa. Además siempre deambulaba de aquí para allá,
desaparecía durante meses hasta que volvía de improviso.
Ya desde pequeño presentaba cierta disposición a la
libertad, pero en sus años adolescente, se le vio inmiscuirse en varias guerras
entres reinos que estaban a kilómetros de distancia como un simple soldado más.
Holos no buscaba ni la fama, ni el reconocimiento como hacían sus hermanas, el
simplemente quería experimentar todo lo que le fuera posible, y eso es lo que
distinguió desde bien joven.
Lo malo de sus experimentos era que no se involucraba el
solo, siempre conseguía que otros niños y jóvenes se asociaran a él. Y así fue
como llego hasta el reino sureño de Tarasas. Junto con sus amigos de infancia
Bos, y Jiun. Se alistaron en el ejército de Tarasas, uno de los ejércitos más
famosos después del de las alas blancas del imperio blanco.
Los tres jóvenes de
veinte tres años, querían observar y ver qué era lo que hacía que aquel
ejército no hubiera perdido una batalla, ni hombres. Y como soldados del
ejército de Tarasas podrían descubrir ese misterio desde dentro.
-Caballeros hoy vamos a hacer historia, pues nadie ha
entrado y salido del ejército de Tarasas-. Los tres jóvenes sonrieron
ilusionados y se encaminaron hacia el puesto de reclutamiento más cercano. Una
vez allí rellenaron los papeles que les dio el soldado que estaba en el puesto
y los entregaron confirmando su ingreso en el famoso e indestructible ejército
de Tarasas.
Los tres fueron asignados a infantería ligera, pues tenían
dotes con diversas armas entre las que destacaban la espada, el hacha o la
maza. Los meses fueron pasando y los oficiales empezaron a poner los ojos en
aquellos tres jóvenes reclutas que estaban empezando a destacar.
Por ello en menos de seis meses ya pertenecían a la élite
del ejército, y en sus espaldas había más combates que en muchas espaldas de
oficiales que les superaban en rango. Por ello el alto mando del imperio Taraseo
los propusieron para la ser reasignados a la unidad especial de infantería, o
como habían oído Holos, Bos y Jiun la unidad eterna.
Poco habían logrado averiguar de la unidad eterna, solo que
era una unidad especial que se encargaba de los problemas más difíciles de
resolver, ya que siempre se les asignaban misiones suicidas. Pero como si fuera
algún mandato divino, siempre conseguían cumplir la misión y hacer que el ejército
resolviera el problema a continuación.
Tras unas pruebas que duraron otros seis meses, los tres
jóvenes consiguieron acceder a la unidad eterna, formando parte de ella. Desde
ese momento todos los secretos fueron revelados.
El primero era el acceso, pues aunque solo accedían aquellos
que eran promocionados por sus dotes, antes de poder ser miembro de pleno
derecho tenían que realizar una inmersión en lo que los profanos llamaban el
horizonte enclaustrado. Este horizonte era una simple visión de un horizonte
que se hallaba en una habitación, donde los reclutas permanecían tres días y
tres noches sin ningún tipo de contacto con el exterior.
Por ello los tres jóvenes fueron encerrados en la habitación
durante tres días y tres noches sin contacto con el exterior. Tras salir de la
habitación estaban exhaustos y descolocados, y en sus ojos se podía observar
algo parecido a la locura y esto se había acomodado en su cabeza. Pero no era
nada eso, pues al día de salir de la habitación parecían volver a la normalidad.
Aunque esto no era del todo cierto, pues todos los que
habían pasado la prueba, y los tres jóvenes lo entenderían después, sabían o
simplemente intuían que para ellos la normalidad había dejado de existir. La
visión de aquel horizonte en la habitación hizo que sus cuerpos y mentes se
transformaran y reestructuraran de forma que la única similitud con los cuerpos
de los humanos normales fuera solamente visual.
Tres días más tarde Holos descubriría esta verdad y esa
verdad chocaría de forma que hasta aquel momento no se había producido en
ningún individuo que se sometiera a las pruebas, ya que todos descubrían que su
mente ya había sido reestructurada completamente, pero algo en la personalidad
del joven Holos hacía que esta reestructuración no se hubiera llevado a cabo al
cien por cien, por lo que las nuevas creencias y las antiguas chocaban dando
lugar a un campo de batalla por el control de sus acciones.
Lo que paso con Bos y Juin fue simplemente el proceso
habitual, habían sido reestructurados como los demás individuos de la unidad
eterna. Y esto hizo que la parte menos dominante de los dos jóvenes quedara
recluida para siempre sin poder volver a emerger a la superficie.
El asunto trajo de cabeza a Holos, era un eterno, pero a la
vez era humano, o por lo menos pensaba y sentía como uno de ellos, cosa que los
muchos siglos de historia de la unidad eterna nunca había pasado, pues esa
unidad era una unidad que los dioses habían regalado a los emperadores de Tarasas,
ya que todas las historias y escritos fueron los elegidos de los dioses, y por
ello, eran los más fanáticos, y ese fanatismo les llevo a recibir este regalo.
Holos, no podía explicar cómo era posible que su cuerpos
antes mortal, ahora era inmortal, salvo para aquellos que tenían el mismo
cuerpo que él. Eso demostraba que los dioses aunque magnánimos y caritativos
con los ciudadanos de Tarasas, también eran recelosos y conservadores, pues
siempre se ha visto que los mortales no siguieran a raja tabla los dictados de
sus dioses.
Este asunto hizo que Holos al principio siguiera la
corriente de los acontecimientos y siguiera las pautas que todo nuevo eterno
seguía tras haber pasado las pruebas. Seguía las ordenes que le establecían, tenía
buenas relaciones con los otros eternos, y además parecía que su relación con
Bos y Juin seguía los mismos derroteros que antes, con la salvedad que sus personalidades
y actitudes diferían mucho de lo que eran anteriormente. Y en esa
interpretación vio como el imperio de Tarasa aumentaba y e iba adhiriendo
nuevos territorios a sus dominios.
Y así pasaron los meses y después los años, y tras cuatro
años en los que sus actos se habían establecido como actos normales, su mente
empezaba a hartarse de seguir aquellas pautas tan repetitivas y cíclicas,
además de que su ofuscación por conseguir recuperar a Bos y Juin cada vez lo
dejaba más descolgado del fino mástil del que estaba agarrado.
Por ello Holos se dijo que ya había tenido suficiente, el
tiempo para averiguaciones había acabdo, y desde hacía un tiempo para acá no
había averiguado nada mas, por lo que se dijo que todo lo que se podía
averiguar ya lo había hecho, y tras escribir una carta a sus hermanas desde uno
de los pueblos donde habían sido llevados para eliminar una serie de elementos
reactivos contra el imperio de Tarasas, en la que le explicaba lo que habían
hecho durante estos cuatro años, se preparó para escapar a hurtadillas por la
noche.
No fue fácil hacerlo, pues todas las noches siempre había
una serie de eternos que estaban de guardia, y con sus sentidos amplificados
por la transformación eran muy susceptibles a cualquier tipo de cambio en el
viento, olor que les llegara e incluso ruido que pudiera producir cualquier
elemento extraño que no hubieran detectado durante las primeras horas de la
noche, por ello ese era el momento idóneo para escapar, pues los eternos que no
eran como él y cuya mente estaba reestructurada para realizar la labor que les
encargaban, no sabían cómo improvisar ante algo que no estuviera “programado”
en sus órdenes.
Así que a nada más que se ordenó el montar el campamento
para pasar la noche, Holos siguió las órdenes, y cuando las primeras estrellas empezaron
a salir en el firmamento raso que se observaría aquella noche Holos se escondió
cual zorro en caza de una presa.
Con la oscuridad ya alrededor del campamento que solo era
alumbrada por las pocas hogueras que se habían encendido en este, Holos, se
escabullo, algunos de los eternos de desplazaron hasta el lugar donde Holos
había estado minutos antes, pues habían oído el ruido, y al comprobar que no
había nadie allí se quedaron observando y registrando el sonido en su cerebro
para que si oían algo similar lo achacaran a un animal del campo.
Esto sucedido una vez tras otra hasta que por fin Holos,
llego al rio donde unas horas antes habían cruzado para llegar a la ribera este
y al claro donde ahora se encontraba la unidad eterna descansando del día de
marcha.
Holos paro unos minutos para refrescarse, pues la tensión
que en su cuerpo era inexistente, pues estaban reestructurados para que no la
sintieran, en su mente se agolpaba como un enjambre de abejas en su colmena y
la necesidad de descansar aunque su cuerpo no lo necesitara era primordial para
ella.
<< Parece que voy a poder añadir un nuevo récord a mí
ya de por si numerosa lista de logros. >> pensó el joven mientras se quedaba
un poco embobado en una piedra con sus ojos que con la mínima luz de la tercera
luna que salía por aquel entonces se fijó en su reflejo en el rio. Esto lo hizo
dar un pequeño salto hacia atrás y caer de culo en la tierra.
Unos segundos después volvió a mirar su reflejo y se quedó
impresionado, pues en estos cuatro años sus facciones físicas no habían
mermado, es más parecía aún más joven de lo que recordaba. La única diferencia
que vio en aquel rostro que se reflejaba en la corriente tranquila del rio, era
que sus ojos habían cambiado de color, y que en ellos había un extraño brillo
de sabiduría que antes no tenía.
Sus ojos grises que con la luz de la luna se volvían de
color gris claro, que se asemejaba mucho al blanquecino, habían sido
reestructurados al igual que todo su cuerpo. Su impresión solo le duro un
instante, pues aunque sabía que era distinto de los otros eternos también
agradecía que el haber pasado la prueba le hubiera hecho inmune a cualquier
arma empuñada por un mortal, y que todas las heridas que le habían infligido en
estos últimos cuatro años, se curaran por si solas sin necesidad de reposo.
Pero todo lo que en ese momento estuviera pensando y diciendo
fue interrumpido por un sonido que sus oídos agudizados al máximo captaron. Su
mente reconoció rápidamente que se trataba de alguien pues a diferencia de la
mente de los otros eternos que deben reconocer previamente la experiencia, su
mente a medio reestructurar tenia lo mejor de ambas mentes, la lógica de la
mente de un eterno y la experiencia de la mente de un mortal, y eso lo hacía un
peligro incluso para los dioses, pues aunque ellos observaban el devenir del
mundo y de sus habitantes, también sabían que este día en el que su regalo al
imperio de Taras se volvería contra el propio imperio de Taras llegaría, y que
ellos serían culpados. Aun así ellos no se preocupaban por esas minucias,
porque sabían que el universo equilibra las cosas y que aunque la fe de los
mortales mengua en una época determinada, el universo volvía a inclinar la
balanza a su lado para que el equilibrio volviera, pero esta vez los dioses no
las llevarían todas consigo pues el universo al igual que ellos también era
caprichoso, y quería dar una lección de humildad y responsabilidad a sus hijos,
y por eso desde que Holos había nacido, las tuercas que giran en el complejo
circuito del universo se pusieron en marcha.
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