domingo, 19 de abril de 2015

El resurgir. Capítulo I



Allí estaba tumbado en el suelo bocarriba con los ojos abiertos contemplando como caían las gotas de lluvia que resbalaban por su cara hacia la hierba que tenía bajo él. Pero algo había raro en aquel idílico y pacifico retrato, pues los ruidos poco a poco empezaron a superponerse a la lluvia.

Gritos de furia, angustia, miedo mezclados con el entrechocar de los hierros y el restallido de las cuerdas al ser soltadas, un la música de fondo de las colisiones de grandes rocas impulsadas por catapultas que se estrellaban en las murallas que defendían lo que antes había sido la capital del mayor imperio que jamás los dakones habían conocido en su vida.

Dakon capital del imperio blanco, imperio que se sostenía en el estudio de la magia, el sacerdocio hacia los dioses fueran benignos, malignos o neutrales, y el arte en general. Gracias a sus maneras y formas habían logrado imponerse a cada uno de los desastres naturales, mágicos o divinos que habían asolado Kalen.

El imperio blanco desde su inicio había ofrecido incondicionalmente ayuda a cualquier individuo o nación que humildemente hubiera solicitado esta ayuda, por eso habían conseguido tratados y alianzas que hicieron que su hegemonía en el estudio fuera alabada en cada rincón del mundo, pero también su actitud hacia esta neutralidad pura habían conseguido que el imperio blanco se grajeara enemigos poderosos, que si no de frente si en las sombras más de una vez habían intentado desestabilizar el régimen político, social y religioso del imperio.

Pero siempre habían salido ilesos de cualquier tipo de conflictos, pues el imperio daba más de lo que sus aliados necesitaban y por ello siempre que sus aliados veían problemas, rápidamente socorrían al imperio y desbarataban los males que pudieran causarle a este.

Pero no serían males externos los que destruirían el imperio blanco. Todo el mundo pensaba que el nuevo emperador el que sería el vigésimo tercer emperador del imperio blanco, Thalos el templado como le bautizaron todos tras ver sus maneras y formas de vivir llevaría al imperio a un nuevo escalón en la política mundial ampliando las fronteras del imperio por primera vez en tres siglos para que nuevos territorios pudieran estar bajo el mando del imperio.

Todos pensaban que estos territorios se unirían al imperio como los anteriores, sin muchas condiciones pues eran simples formalidades. Pero Thalos el templado tenía otros planes, era hora de que las cosas cambiaran y sabía que si dejaban que los territorios se unirán sin más seria igual que sus antecesores, por eso cada nuevo territorio que se uniera tendría que pagar una dote al imperio para que este se hiciera con el control y abasteciera en los primeros años a esas nuevas regiones.

Estas nuevas políticas establecidas por el imperio blanco hicieron que se ganara muchos reproches, pero aun así este tipo de políticas sigo adelante hasta que pasada una década en la que Thalos el templado paso a denominarse Thalos el destructor, hizo lo que nadie había visto hacer en más de mil años, arremetió contra aquellos que empezaban a alzar su voz en contra el del nuevo emperador y la necesidad de que el hermano pequeño del anterior emperador, asumiera el trono. Esto provoco que poco a poco que regiones leales por siglos al imperio blanco empezaran a conspirar y maquinar para derrocar al emperador Thalos.

Y a no mucho tardar, junto con las acciones que Thalos había comenzado,  hicieron que el imperio entrara en una guerra civil que duraría un lustro, pues casi ya a las puertas de la muerte Thalos fue asesinado.

Sin descendencia y los familiares que se postulaban para ser el nuevo emperador en aquel imperio resquebrajado por todos lados, y que muchas regiones habían aprovechado la muerte del emperador para proclamar la independencia del imperio provocando que junto con las luchas internas de poder de los diferentes familiares hicieron que en cinco años el imperio acabara deshecho.

Cada parte del imperio se segrego en reinos más pequeños gobernados por los reyes locales, o por consejos de ancianos. Las guerras eran el pan de cada día desde que el imperio desapareció, y las muertes se podían contar por millones. Los reinos un mes tenían a su vecino de aliado y al siguiente estaban luchando a muerte.

Pero todo esto no se producía en un lugar remoto. Era un lugar que podría decirse que era el último bastión del imperio blanco. Allí reinaba un sobrino del emperador Latos II padre de Thalos I. Este descendiente de los Dakanion, que había propagado la sangre delos Dakonion,  había heredado aquel reducto gracias a que su padre, el segundo hermano de Latos II y que falleció por una rara enfermedad en los huesos, había hecho una gran contribución al imperio antes de su final.

Había conseguido discernir que la magia como tal era simplemente una representación del cosmos a través de un tejido invisible e inocuo del que los magos obtenían la energía necesaria a través de fórmulas de intrincados símbolos.

Además de que estas fórmulas eran genéticas, es decir que solo aquellos cuyos genes tenían la configuración adecuada podían, de forma instintiva y natural, obtener estos poderes aun no sabiendo descifrar los símbolos.

Pues su hijo no solo había heredado esta capacidad de su padre, también había heredado la sabiduría y el conocimiento suficiente de este para mantener en segundo plano. Pero no solo él sino su descendencia.

Cthos, tuvo dos hijas y un hijo, una de las hijas pronto destaco en el campo de la religión y su comunión con los dioses la hizo ascender rápidamente en el sacerdocio, llegando a ser Sacerdotisa primera.

La segunda hija era una gran filosofa y artista, sus ensayos y esculturas eran el orgullo nacional, pues en ellas la joven Dakanion representaba su forma de ver el mundo y sus ideas sobre esta representación. Esto hizo que todas las bibliotecas de los diferentes reinos tuvieran al menos algún ejemplar de sus obras o las cortes más adineradas quisieran una de sus obras de arte.

Y por último estaba el pequeño de los tres, había nacido casi de improvisto, pues Cthos y Rasa no creían posible que tuvieran más hijos después de haber dado a luz a Reeas cinco años antes de que naciera. Holos fue el nombre que eligieron para él, pues su nombre fue el nombre del primer emperador del imperio blanco. Ambos progenitores pensaron que el nombre del emperador Holos I el reinstaurador era el nombre más indicado para su hijo.

Este joven intrigaba a todo el mundo pues a simple vista parecía que fuera un simple plebeyo, pues a diferencia de sus padres y hermanas, siempre iba vestido con calzas de cuero, botas desgastadas, camisas amplias y medio rotas y una capa gris rasa. Además siempre deambulaba de aquí para allá, desaparecía durante meses hasta que volvía de improviso.

Ya desde pequeño presentaba cierta disposición a la libertad, pero en sus años adolescente, se le vio inmiscuirse en varias guerras entres reinos que estaban a kilómetros de distancia como un simple soldado más. Holos no buscaba ni la fama, ni el reconocimiento como hacían sus hermanas, el simplemente quería experimentar todo lo que le fuera posible, y eso es lo que distinguió desde bien joven.

Lo malo de sus experimentos era que no se involucraba el solo, siempre conseguía que otros niños y jóvenes se asociaran a él. Y así fue como llego hasta el reino sureño de Tarasas. Junto con sus amigos de infancia Bos, y Jiun. Se alistaron en el ejército de Tarasas, uno de los ejércitos más famosos después del de las alas blancas del imperio blanco.

Los tres jóvenes  de veinte tres años, querían observar y ver qué era lo que hacía que aquel ejército no hubiera perdido una batalla, ni hombres. Y como soldados del ejército de Tarasas podrían descubrir ese misterio desde dentro.

-Caballeros hoy vamos a hacer historia, pues nadie ha entrado y salido del ejército de Tarasas-. Los tres jóvenes sonrieron ilusionados y se encaminaron hacia el puesto de reclutamiento más cercano. Una vez allí rellenaron los papeles que les dio el soldado que estaba en el puesto y los entregaron confirmando su ingreso en el famoso e indestructible ejército de Tarasas.

Los tres fueron asignados a infantería ligera, pues tenían dotes con diversas armas entre las que destacaban la espada, el hacha o la maza. Los meses fueron pasando y los oficiales empezaron a poner los ojos en aquellos tres jóvenes reclutas que estaban empezando a destacar.

Por ello en menos de seis meses ya pertenecían a la élite del ejército, y en sus espaldas había más combates que en muchas espaldas de oficiales que les superaban en rango. Por ello el alto mando del imperio Taraseo los propusieron para la ser reasignados a la unidad especial de infantería, o como habían oído Holos, Bos y Jiun la unidad eterna.

Poco habían logrado averiguar de la unidad eterna, solo que era una unidad especial que se encargaba de los problemas más difíciles de resolver, ya que siempre se les asignaban misiones suicidas. Pero como si fuera algún mandato divino, siempre conseguían cumplir la misión y hacer que el ejército resolviera el problema a continuación.

Tras unas pruebas que duraron otros seis meses, los tres jóvenes consiguieron acceder a la unidad eterna, formando parte de ella. Desde ese momento todos los secretos fueron revelados.

El primero era el acceso, pues aunque solo accedían aquellos que eran promocionados por sus dotes, antes de poder ser miembro de pleno derecho tenían que realizar una inmersión en lo que los profanos llamaban el horizonte enclaustrado. Este horizonte era una simple visión de un horizonte que se hallaba en una habitación, donde los reclutas permanecían tres días y tres noches sin ningún tipo de contacto con el exterior.

Por ello los tres jóvenes fueron encerrados en la habitación durante tres días y tres noches sin contacto con el exterior. Tras salir de la habitación estaban exhaustos y descolocados, y en sus ojos se podía observar algo parecido a la locura y esto se había acomodado en su cabeza. Pero no era nada eso, pues al día de salir de la habitación parecían volver a la normalidad.

Aunque esto no era del todo cierto, pues todos los que habían pasado la prueba, y los tres jóvenes lo entenderían después, sabían o simplemente intuían que para ellos la normalidad había dejado de existir. La visión de aquel horizonte en la habitación hizo que sus cuerpos y mentes se transformaran y reestructuraran de forma que la única similitud con los cuerpos de los humanos normales fuera solamente visual.
Tres días más tarde Holos descubriría esta verdad y esa verdad chocaría de forma que hasta aquel momento no se había producido en ningún individuo que se sometiera a las pruebas, ya que todos descubrían que su mente ya había sido reestructurada completamente, pero algo en la personalidad del joven Holos hacía que esta reestructuración no se hubiera llevado a cabo al cien por cien, por lo que las nuevas creencias y las antiguas chocaban dando lugar a un campo de batalla por el control de sus acciones.

Lo que paso con Bos y Juin fue simplemente el proceso habitual, habían sido reestructurados como los demás individuos de la unidad eterna. Y esto hizo que la parte menos dominante de los dos jóvenes quedara recluida para siempre sin poder volver a emerger a la superficie.

El asunto trajo de cabeza a Holos, era un eterno, pero a la vez era humano, o por lo menos pensaba y sentía como uno de ellos, cosa que los muchos siglos de historia de la unidad eterna nunca había pasado, pues esa unidad era una unidad que los dioses habían regalado a los emperadores de Tarasas, ya que todas las historias y escritos fueron los elegidos de los dioses, y por ello, eran los más fanáticos, y ese fanatismo les llevo a recibir este regalo.

Holos, no podía explicar cómo era posible que su cuerpos antes mortal, ahora era inmortal, salvo para aquellos que tenían el mismo cuerpo que él. Eso demostraba que los dioses aunque magnánimos y caritativos con los ciudadanos de Tarasas, también eran recelosos y conservadores, pues siempre se ha visto que los mortales no siguieran a raja tabla los dictados de sus dioses.

Este asunto hizo que Holos al principio siguiera la corriente de los acontecimientos y siguiera las pautas que todo nuevo eterno seguía tras haber pasado las pruebas. Seguía las ordenes que le establecían, tenía buenas relaciones con los otros eternos, y además parecía que su relación con Bos y Juin seguía los mismos derroteros que antes, con la salvedad que sus personalidades y actitudes diferían mucho de lo que eran anteriormente. Y en esa interpretación vio como el imperio de Tarasa aumentaba y e iba adhiriendo nuevos territorios a sus dominios.

Y así pasaron los meses y después los años, y tras cuatro años en los que sus actos se habían establecido como actos normales, su mente empezaba a hartarse de seguir aquellas pautas tan repetitivas y cíclicas, además de que su ofuscación por conseguir recuperar a Bos y Juin cada vez lo dejaba más descolgado del fino mástil del que estaba agarrado.

Por ello Holos se dijo que ya había tenido suficiente, el tiempo para averiguaciones había acabdo, y desde hacía un tiempo para acá no había averiguado nada mas, por lo que se dijo que todo lo que se podía averiguar ya lo había hecho, y tras escribir una carta a sus hermanas desde uno de los pueblos donde habían sido llevados para eliminar una serie de elementos reactivos contra el imperio de Tarasas, en la que le explicaba lo que habían hecho durante estos cuatro años, se preparó para escapar a hurtadillas por la noche.

No fue fácil hacerlo, pues todas las noches siempre había una serie de eternos que estaban de guardia, y con sus sentidos amplificados por la transformación eran muy susceptibles a cualquier tipo de cambio en el viento, olor que les llegara e incluso ruido que pudiera producir cualquier elemento extraño que no hubieran detectado durante las primeras horas de la noche, por ello ese era el momento idóneo para escapar, pues los eternos que no eran como él y cuya mente estaba reestructurada para realizar la labor que les encargaban, no sabían cómo improvisar ante algo que no estuviera “programado” en sus órdenes.

Así que a nada más que se ordenó el montar el campamento para pasar la noche, Holos siguió las órdenes, y cuando las primeras estrellas empezaron a salir en el firmamento raso que se observaría aquella noche Holos se escondió cual zorro en caza de una presa.

Con la oscuridad ya alrededor del campamento que solo era alumbrada por las pocas hogueras que se habían encendido en este, Holos, se escabullo, algunos de los eternos de desplazaron hasta el lugar donde Holos había estado minutos antes, pues habían oído el ruido, y al comprobar que no había nadie allí se quedaron observando y registrando el sonido en su cerebro para que si oían algo similar lo achacaran a un animal del campo.

Esto sucedido una vez tras otra hasta que por fin Holos, llego al rio donde unas horas antes habían cruzado para llegar a la ribera este y al claro donde ahora se encontraba la unidad eterna descansando del día de marcha.

Holos paro unos minutos para refrescarse, pues la tensión que en su cuerpo era inexistente, pues estaban reestructurados para que no la sintieran, en su mente se agolpaba como un enjambre de abejas en su colmena y la necesidad de descansar aunque su cuerpo no lo necesitara era primordial para ella.

<< Parece que voy a poder añadir un nuevo récord a mí ya de por si numerosa lista de logros. >> pensó el joven mientras se quedaba un poco embobado en una piedra con sus ojos que con la mínima luz de la tercera luna que salía por aquel entonces se fijó en su reflejo en el rio. Esto lo hizo dar un pequeño salto hacia atrás y caer de culo en la tierra.

Unos segundos después volvió a mirar su reflejo y se quedó impresionado, pues en estos cuatro años sus facciones físicas no habían mermado, es más parecía aún más joven de lo que recordaba. La única diferencia que vio en aquel rostro que se reflejaba en la corriente tranquila del rio, era que sus ojos habían cambiado de color, y que en ellos había un extraño brillo de sabiduría que antes no tenía.
Sus ojos grises que con la luz de la luna se volvían de color gris claro, que se asemejaba mucho al blanquecino, habían sido reestructurados al igual que todo su cuerpo. Su impresión solo le duro un instante, pues aunque sabía que era distinto de los otros eternos también agradecía que el haber pasado la prueba le hubiera hecho inmune a cualquier arma empuñada por un mortal, y que todas las heridas que le habían infligido en estos últimos cuatro años, se curaran por si solas sin necesidad de reposo.

Pero todo lo que en ese momento estuviera pensando y diciendo fue interrumpido por un sonido que sus oídos agudizados al máximo captaron. Su mente reconoció rápidamente que se trataba de alguien pues a diferencia de la mente de los otros eternos que deben reconocer previamente la experiencia, su mente a medio reestructurar tenia lo mejor de ambas mentes, la lógica de la mente de un eterno y la experiencia de la mente de un mortal, y eso lo hacía un peligro incluso para los dioses, pues aunque ellos observaban el devenir del mundo y de sus habitantes, también sabían que este día en el que su regalo al imperio de Taras se volvería contra el propio imperio de Taras llegaría, y que ellos serían culpados. Aun así ellos no se preocupaban por esas minucias, porque sabían que el universo equilibra las cosas y que aunque la fe de los mortales mengua en una época determinada, el universo volvía a inclinar la balanza a su lado para que el equilibrio volviera, pero esta vez los dioses no las llevarían todas consigo pues el universo al igual que ellos también era caprichoso, y quería dar una lección de humildad y responsabilidad a sus hijos, y por eso desde que Holos había nacido, las tuercas que giran en el complejo circuito del universo se pusieron en marcha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario