Ahora mi situación está al margen de la guardia pero aun así
sigo con la labor de un guardian, soy uno más de aquellos pobres desdichados que
por un motivo u otro ha terminado trabajando en los suburbios y zonas bajas de
las ciudades realizando los trabajos que me encargan.
A diferencia de cuando estaba en la guardia, ahora soy un
elemento respetable de los bajos fondos como se suelen denominar estas zonas,
y eso que no hago nada de lo que se
puede pensar que se hace allí. Mi patrón es aquel que entra por la puerta de mi
pequeño cuarto/despacho y pone sobre la mesa un fajo de billetes y un trabajo
que sea capaz de realizar.
Esto hace que mi vida vaya más o menos al día, salvo cuando
los trabajos escasean por mi propia efectividad. También recurren a mi
aquellos que antaño solía considerar mis compañeros, pero solo lo hacen cuando
hay problemas internos y saben que necesitan a alguien externo para
resolverlos, es para lo único que me quieren mis antiguos camaradas.
Y de ellos trata el asunto, cierto martes gris de diciembre
entraron en mi cuarto/despacho dos hombres y una mujer bien engalanados para
aquella zona de la ciudad. Se notaba a la legua que eran oficiales de alto
rango de la guardia, ya que sus andares y poses marciales hacían que fueran
previsibles, solo aquellos como yo que se habían adaptado rápidamente a las
maneras de la calle habíamos conseguido disimularlo, pero aquellos tres se
notaba que hacía mucho que no salían y menos a aquellas zonas de la ciudad.
El cuarto/despacho, que en realidad eran dos cuartos más un
baño, uno el principal y otro donde supuestamente dormía, ante tanta aglomeración parecía que se hacía más
pequeño de lo normal. Invite a mis contertulios a que se sentaran en un pequeño
sofá de tres plazas enfrente de una mesa de centro.
Cuando estaban todos sentados les ofrecí algo de beber, un
te, agua, cerveza, y ellos negaron con cortesía, y hacían bien ya que todo lo
que les había ofrecido y que había conseguido en los suburbios era pura mierda.
Uno de mis invitados y de mayor rango era un capitán y por
lo que podía observar a en su solapa pertenecía a la división “cerebritos”,
apodo que se les daba a los de inteligencia ya que solo tenían que usar ese
gran musculo que era el cerebro.
Los otros dos eran un teniente y un alférez, el alférez
también era de los cerebritos pero el teniente a diferencia de los oros era de
los "negros", o como se conocen oficialmente a los de operaciones encubiertas.
Estos sujetos se pasan la vida de un lado a otro como agente AOC, agente oficial de campo, realizando todo tipo de misiones que van desde la
investigaciones de mercancías peligrosas en el mercado negro, a simples
búsquedas y seguimientos de personal clasificado como altamente peligrosos, o la desapareció de objetivos potencialmente peligrosos.
Era la primera vez que veía a un personaje con tan alta
graduación con vida, cosa que es muy de extrañar ya que una vez descubiertos
suelen ser abandonados por los Guardianes a su suerte y entregado su cuerpo a estos
dos días después de que no se produzca contacto con el.
Me senté enfrente de ellos con un botellin de cerveza de la marca
mas cara que había en el supermercado de enfrente, que a su vez era la segunda
menos barata, ya que solo vendían dos marcas en aquella tienda y debido a
que ambas eran las únicas que se podían
permitir los de aquella zona.
-Ustedes dirán- Fue lo único que se me ocurrió preguntar
después de aquel duro de día en el que lo menos que hice fue ir a la tienda a
comprar la comida y la cena que me esperaban en el frigorífico.
La mujer que era la alférez empezó a hablar. –Estamos aquí
para que lleves a cabo una investigación para los Guardianes, no se si hará
falta que diga que debe ser lo mas discreta posible. – La mirada de aquella
mujer me congelaba toda la sangre de mis venas, el azul casi blanco de sus ojos
parecían dos témpanos a punto de caer, asentí ya que aunque fuera un mero
investigador privado sabia muy bien que algunos clientes necesitaban
confidencialidad a la hora de hacer mis trabajos.
-Si no es mucho la molestia ¿que debo investigar? ¿Cuanto
tiempo tengo? y ¿donde debo investigarlo?- Mis modales de soldado de los
Guardianes me habían abierto muchas puertas y si los mostraba ahora como si
acatara una orden de un superior, daría mayor confianza a mis interlocutores ya
que les llevaría a un terreno que conocen mucho y donde pueden tomar el control
de las situaciones, cosa que solo era un control ficticio ya que yo era el que llevaba
la batuta en aquel cuarto/despacho.
Esta vez no fue la alférez fría y seca quien hablo, sino el
teniente de los negros, -en esta carpeta esta todo lo que necesitas saber- me
la tendió tras sacarla de su gabardina
de cuero negro que le llegaba hasta las rodillas. – Lo único que no esta en esa
carpeta es que el lugar es un tanto arcaico y peligroso, ya que los llaneros
son los dueños de aquella zona salvaje-.
Una sonrisa sarcástica se hizo en mí rostro, sabia como
tratar con los llaneros, pues según los libros de historia eran los descendientes
directos de los indios americanos, tanto del norte como del sur, y hacia mas de
dos siglos que habían recurrido a las antiguas costumbres de estos debido a que
la sociedad actual había degenerado de tal manera después del siglo XXII que
era insostenible vivir en una gran urbe, y solo los que vivíamos allí éramos
considerados como locos por estos individuos que profesaban el amor a la tierra
y las costumbres de los primeros hombres.
Esta bien, no hay problema, algunos me deben un favor y me
darán un pase de observador para la reserva. – Fue la respuesta que di, ya que
no necesitaban saber más. Pero algo de esa respuesta remito el letargo del
capitán que parecía que solo era una estatua.
-Se quien eras, quien eres y quien serás, pero solo has de
saber una cosa capitán, esta misión es de vital importancia para los
Guardianes, y si una vez fuiste leal a ellos, espero que la lleves a cabo
siguiendo las reglas, y no crees mas
desastres de los que esta creando esto.-
Cuanto echaba de menos que alguien se dirigiera a mi con mi
rango, capitán, rango al que llegue gracias a las incontables
batallas que tuve que soportar por una supuesta paz y bienestar para los
humanos y los atrokas y ciertas misiones que no vienen a cuento ahora mismo. Pero como todo, solo se trataba de recursos y de dinero,
porque si de verdad hubieran buscado la paz y bienestar el genocidio producido
por ambas razas se podría haber evitado como después se demostró.
Lo se Phil, pero también se que siempre que estáis vosotros
metidos de por medio, tipos como el – señale al teniente- muere, o gente como
yo muere, así que déjame que te diga que no estamos en la colonia y por ende hare
las cosas como mejor sepa hacerlas, porque en resumidas cuentas es lo único que
me dará el pan para comer mañana.
Phil se levanto airado por la única verdad que los
cerebritos sabían, y era que sus manos eran las que mas estaban manchadas
porque eran los que podían provocar un genocidio como paso en Atros por un
malentendido en la traducción.
La alférez cuya mirada se había endurecido aun mas si es que
eso era posible, dejo un sobre con varios fajos de dinero, que como era
costumbre en los Guardianes, servía para los gastos propios de las misiones que
concedían a los externos como ellos nos llamaban a nosotros.
Tras quedarme solo de nuevo en mi cuarto/despacho, me relaje
en el sofá viendo un poco de televisión, y aunque la mayoría de los canales a
esas horas echaban documentales, series antiguas, dibujos para los niños o
informativos, me daba la suficiente claridad de mente para olvidar trabajos ya
realizados y prepararme para el nuevo trabajo.
Tras dos horas de insustancial programación, me levante y
empecé a hojear el documento que había en la carpeta. La misión era simplemente
recogida de información sobre una nave no identificada que había caído a un par
de kilómetros cerca de los llanos dorados.
Ante tal información un gesto de repulsión se estableció en
mi cara, porque aunque algunos llaneros me debían un par de favores, los de
aquella zona eran los llaneros mas arraigados a las viajas costumbres y por
ende me tocaría de nuevo sufrir en carnes sus pruebas para ser miembro de pleno
derecho y poder andar por su territorio.
No le di muchas mas vueltas y me fui a la cama ya que me tocaría
madrugar para llegar a los llanos a tiempo de pasar esas pruebas. Con las
primeras melodías del despertador abrí los ojos y tras apagarlo me quede en la
cama tumbado boca arriba, aun con la sesera adormecida.
Hice un esfuerzo titanico para salir de debajo de las
sabanas calientes, ya que tenia que estar en la entrada de la reserva a las
diez de la mañana que era cuando los turistas podían entrar en ella.
Media hora después estaba intentando arrancar el cacharro
que tengo por coche, solo llevaba un café en el estomago y me estaba poniendo
furioso porque aquel trasto volador no arrancaba. Después de no se cuantos
intentos, ya que perdí la cuenta en el tercero arranco, el sonido que produjo
parecía un gemido de queja.
El viaje fue sin problemas, pare en una gasolinera a eso de
las nueve y compre algo de comer, y después a las nueve y cuarenta y cinco
minutos llegue al puesto fronterizo de la reserva donde estaba Wen o como los
espíritus le habían dicho “perro mordedor”.
Tras los rigurosos procedimientos sociales, que a mi parecer
eran una soberana perdida de tiempo conseguí el pase de observador y que me
daba a acceso a todos los lugares de la reserva.
Así que tras conseguir el pase me dirigí hacia donde los
Guardianes me habían mandado a afrontar cuanto antes lo que tuviera que hacer.
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