viernes, 20 de diciembre de 2013

El Guardian I

Se puede decir que aunque me hayan echado de los guardianes aún sigo siendo presa de ellos. Su estricta formación ha hecho que sus costumbres fueran las mías, que sus pesquisas fueran las mías, y ahora en la situación que me encuentro solo puedo dar gracias a  aquella época en donde los guardianes y yo éramos lo mismo.

Ahora mi situación está al margen de la guardia pero aun así sigo con la labor de un guardian, soy uno más de aquellos pobres desdichados que por un motivo u otro ha terminado trabajando en los suburbios y zonas bajas de las ciudades realizando los trabajos que me encargan.

A diferencia de cuando estaba en la guardia, ahora soy un elemento respetable de los bajos fondos como se suelen denominar estas zonas, y  eso que no hago nada de lo que se puede pensar que se hace allí. Mi patrón es aquel que entra por la puerta de mi pequeño cuarto/despacho y pone sobre la mesa un fajo de billetes y un trabajo que sea capaz de realizar.

Esto hace que mi vida vaya más o menos al día, salvo cuando los trabajos escasean por mi propia efectividad. También recurren a mi aquellos que antaño solía considerar mis compañeros, pero solo lo hacen cuando hay problemas internos y saben que necesitan a alguien externo para resolverlos, es para lo único que me quieren mis antiguos camaradas.

Y de ellos trata el asunto, cierto martes gris de diciembre entraron en mi cuarto/despacho dos hombres y una mujer bien engalanados para aquella zona de la ciudad. Se notaba a la legua que eran oficiales de alto rango de la guardia, ya que sus andares y poses marciales hacían que fueran previsibles, solo aquellos como yo que se habían adaptado rápidamente a las maneras de la calle habíamos conseguido disimularlo, pero aquellos tres se notaba que hacía mucho que no salían y menos a aquellas zonas de la ciudad.

El cuarto/despacho, que en realidad eran dos cuartos más un baño, uno el principal y otro donde supuestamente dormía,  ante tanta aglomeración parecía que se hacía más pequeño de lo normal. Invite a mis contertulios a que se sentaran en un pequeño sofá de tres plazas enfrente de una mesa de centro.

Cuando estaban todos sentados les ofrecí algo de beber, un te, agua, cerveza, y ellos negaron con cortesía, y hacían bien ya que todo lo que les había ofrecido y que había conseguido en los suburbios era pura mierda.

Uno de mis invitados y de mayor rango era un capitán y por lo que podía observar a en su solapa pertenecía a la división “cerebritos”, apodo que se les daba a los de inteligencia ya que solo tenían que usar ese gran musculo que era el cerebro.

Los otros dos eran un teniente y un alférez, el alférez también era de los cerebritos pero el teniente a diferencia de los oros era de los "negros", o como se conocen oficialmente a los de operaciones encubiertas.

Estos sujetos se pasan la vida de un lado a otro como agente AOC, agente oficial de campo, realizando todo tipo de misiones que van desde la investigaciones de mercancías peligrosas en el mercado negro, a simples búsquedas y seguimientos de personal clasificado como altamente peligrosos, o la desapareció de objetivos potencialmente peligrosos.

Era la primera vez que veía a un personaje con tan alta graduación con vida, cosa que es muy de extrañar ya que una vez descubiertos suelen ser abandonados por los Guardianes a su suerte y entregado su cuerpo a estos dos días después de que no se produzca contacto con el.

Me senté enfrente de ellos con un botellin de cerveza de la marca mas cara que había en el supermercado de enfrente, que a su vez era la segunda menos barata, ya que solo vendían dos marcas en aquella tienda y debido a que  ambas eran las únicas que se podían permitir los de aquella zona.

-Ustedes dirán- Fue lo único que se me ocurrió preguntar después de aquel duro de día en el que lo menos que hice fue ir a la tienda a comprar la comida y la cena que me esperaban en el frigorífico.

La mujer que era la alférez empezó a hablar. –Estamos aquí para que lleves a cabo una investigación para los Guardianes, no se si hará falta que diga que debe ser lo mas discreta posible. – La mirada de aquella mujer me congelaba toda la sangre de mis venas, el azul casi blanco de sus ojos parecían dos témpanos a punto de caer, asentí ya que aunque fuera un mero investigador privado sabia muy bien que algunos clientes necesitaban confidencialidad a la hora de hacer mis trabajos.

-Si no es mucho la molestia ¿que debo investigar? ¿Cuanto tiempo tengo? y ¿donde debo investigarlo?- Mis modales de soldado de los Guardianes me habían abierto muchas puertas y si los mostraba ahora como si acatara una orden de un superior, daría mayor confianza a mis interlocutores ya que les llevaría a un terreno que conocen mucho y donde pueden tomar el control de las situaciones, cosa que solo era un control ficticio ya que yo era el que llevaba la batuta en aquel cuarto/despacho.

Esta vez no fue la alférez fría y seca quien hablo, sino el teniente de los negros, -en esta carpeta esta todo lo que necesitas saber- me la tendió  tras sacarla de su gabardina de cuero negro que le llegaba hasta las rodillas. – Lo único que no esta en esa carpeta es que el lugar es un tanto arcaico y peligroso, ya que los llaneros son los dueños de aquella zona salvaje-.

Una sonrisa sarcástica se hizo en mí rostro, sabia como tratar con los llaneros, pues según los libros de historia eran los descendientes directos de los indios americanos, tanto del norte como del sur, y hacia mas de dos siglos que habían recurrido a las antiguas costumbres de estos debido a que la sociedad actual había degenerado de tal manera después del siglo XXII que era insostenible vivir en una gran urbe, y solo los que vivíamos allí éramos considerados como locos por estos individuos que profesaban el amor a la tierra y las costumbres de los primeros hombres.

Esta bien, no hay problema, algunos me deben un favor y me darán un pase de observador para la reserva. – Fue la respuesta que di, ya que no necesitaban saber más. Pero algo de esa respuesta remito el letargo del capitán que parecía que solo era una estatua.

-Se quien eras, quien eres y quien serás, pero solo has de saber una cosa capitán, esta misión es de vital importancia para los Guardianes, y si una vez fuiste leal a ellos, espero que la lleves a cabo siguiendo las  reglas, y no crees mas desastres de los que esta creando esto.-

Cuanto echaba de menos que alguien se dirigiera a mi con mi rango, capitán, rango al que llegue gracias a las incontables batallas que tuve que soportar por una supuesta paz y bienestar para los humanos y los atrokas y ciertas misiones que no vienen a cuento ahora mismo. Pero como todo, solo se trataba de recursos y de dinero, porque si de verdad hubieran buscado la paz y bienestar el genocidio producido por ambas razas se podría haber evitado como después se demostró.

Lo se Phil, pero también se que siempre que estáis vosotros metidos de por medio, tipos como el – señale al teniente- muere, o gente como yo muere, así que déjame que te diga que no estamos en la colonia y por ende hare las cosas como mejor sepa hacerlas, porque en resumidas cuentas es lo único que me dará el pan para comer mañana.

Phil se levanto airado por la única verdad que los cerebritos sabían, y era que sus manos eran las que mas estaban manchadas porque eran los que podían provocar un genocidio como paso en Atros por un malentendido en la traducción.

La alférez cuya mirada se había endurecido aun mas si es que eso era posible, dejo un sobre con varios fajos de dinero, que como era costumbre en los Guardianes, servía para los gastos propios de las misiones que concedían a los externos como ellos nos llamaban a nosotros.

Tras quedarme solo de nuevo en mi cuarto/despacho, me relaje en el sofá viendo un poco de televisión, y aunque la mayoría de los canales a esas horas echaban documentales, series antiguas, dibujos para los niños o informativos, me daba la suficiente claridad de mente para olvidar trabajos ya realizados y prepararme para el nuevo trabajo.

Tras dos horas de insustancial programación, me levante y empecé a hojear el documento que había en la carpeta. La misión era simplemente recogida de información sobre una nave no identificada que había caído a un par de kilómetros cerca de los llanos dorados.

Ante tal información un gesto de repulsión se estableció en mi cara, porque aunque algunos llaneros me debían un par de favores, los de aquella zona eran los llaneros mas arraigados a las viajas costumbres y por ende me tocaría de nuevo sufrir en carnes sus pruebas para ser miembro de pleno derecho y poder andar por su territorio.

No le di muchas mas vueltas y me fui a la cama ya que me tocaría madrugar para llegar a los llanos a tiempo de pasar esas pruebas. Con las primeras melodías del despertador abrí los ojos y tras apagarlo me quede en la cama tumbado boca arriba, aun con la sesera adormecida.

Hice un esfuerzo titanico para salir de debajo de las sabanas calientes, ya que tenia que estar en la entrada de la reserva a las diez de la mañana que era cuando los turistas podían entrar en ella.

Media hora después estaba intentando arrancar el cacharro que tengo por coche, solo llevaba un café en el estomago y me estaba poniendo furioso porque aquel trasto volador no arrancaba. Después de no se cuantos intentos, ya que perdí la cuenta en el tercero arranco, el sonido que produjo parecía un gemido de queja.

El viaje fue sin problemas, pare en una gasolinera a eso de las nueve y compre algo de comer, y después a las nueve y cuarenta y cinco minutos llegue al puesto fronterizo de la reserva donde estaba Wen o como los espíritus le habían dicho “perro mordedor”.

Tras los rigurosos procedimientos sociales, que a mi parecer eran una soberana perdida de tiempo conseguí el pase de observador y que me daba a acceso a todos los lugares de la reserva.

Así que tras conseguir el pase me dirigí hacia donde los Guardianes me habían mandado a afrontar cuanto antes lo que tuviera que hacer.

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