-A los árboles, allí no nos podrán dar caza…- Una saeta
surco el cielo plomizo que presagiaba una tormenta de nieve y se clavó en un
tronco a escasos centímetros de la cara pálida y sudorosa del joven.
Una vez hubieron traspasado los primeros arboles las saetas
que surcaban los cielos eran cada vez menores, y el ruido de la persecución
empezaba decaer. Tras unos cuantos
metros más cabalgando los jóvenes detuvieron sus caballos, pues el ruido de los
perseguidores había cesado y en aquella zona no se oía nada que les anunciara
que sus perseguidores habían atravesado el límite del bosque.
Pero aun así siguieron avanzado al paso, pues los arboles
cada vez se juntaban más y era difícil que un caballo a galope pudiera
esquivarlos con la suficiente rapidez para no estrellarse y romperse el cuello.
Según iban avanzado el bosque se fue oscureciendo y solo se filtraban los haces
de luces en algún que otro lugar disperso. Tras estar más seguros y habiéndose
adentrado dentro del bosque detuvieron a los caballos y se quedaron plantados
donde estaban.
Se respiraba un aire muy cargado y opresivo que daban al
lugar la sensación de estar abarrotado de miradas y seres que realmente no
había. Aquella parte del mundo era muy famosa pues el bosque había existido
desde los primero tiempos del mundo y cuando los primeros seres llegaron aquel
bosque empezó a adquirir su fama, y solo aquellos cuyas mentes estaban
destrozadas o no tenían otro lugar al que ir para protegerse se adentraban en
aquel bosque para no volver a ser vistos jamás.
Estas eran las leyendas que se contaban del viejo bosque de
Lanvers, pero como todas las leyendas y habladurías, tenían un montón de
historias y mentiras entretejidas, haciendo que la verdad de la que había
surgido la leyenda fuera una macula en el centro de aquel enmarañado ovillo.
Las monturas de los tres jóvenes estaban calmadas, como si
estuvieran pastando o dejándose cepillar por el mozo de cuadra, pues aquel
lugar para ellas era lo que les proporcionaba paz y calma. Lo contrario les
hacía sentir a sus jinetes, pues estos estaban intranquilos y ojo avizor y cada
vez que un aleteo se oía entre las ramas de los árboles, o algún animalillo
removía los arbustos todos miraban rápidamente hacia el lugar encontrándose a
un pájaro, conejo o zorro que salía del lugar donde instantes antes se había
oído el ruido.
-Adentrémonos un poco más, y acampemos, dentro de poco caerá
la noche y quiero tener un fuego pequeño para calentarnos- Todos asintieron y
guiaron a sus monturas un kilómetro más adentro en el bosque. Encontraron un
pequeño claro que les proporcionaría lo que estaban buscando, un suelo mullido
con las hojas de los arboles caídos sobre una manta de hierba verde oscura.
Uno de los jóvenes cavo un pequeño agujero y lo rodeo de
piedras, mientras otro recogía las ramitas de los alrededores y las dejaba al
lado del que estaba cavando. El tercer joven se encargó de desensillar a los
caballos y dejarlos atados con suficiente cuerda para que pastaran
tranquilamente en aquella hierba.
Una vez que el fuego fue encendido los tres jóvenes se reunieron
en torno al fuego. – Bien ahora que estamos a salvo debemos pensar que hacemos,
si atravesamos el bosque o venimos por donde hemos entado.- Los jóvenes
parecían melancólicos y estaban cabizbajos hipnotizados por el fuego mientras
las últimas palabras se difuminaban como si fueran un recuerdo lejano.
-Seguro que Sargas, entra a buscarnos, sabemos que el
hechicero nunca a ha creído en la fama de este bosque y muchos lo han visto
atravesar la linde y volver a las pocas horas con plantas. Por lo que creo que
deberíamos seguir adelante y que los dioses nos bendigan, pues si volvemos los
dioses nos tendrán que acoger en su morada.-
Los tres jóvenes volvieron a quedarse en silencio un rato. –
Entonces parece que la decisión ha sido tomada, descansemos unas horas y
pongámonos en marcha cuanto antes, pues si Sargas sale en nuestra búsqueda,
tendremos unos cuantos kilómetros de ventaja-. Todos asintieron. – Yo hare la
primera guardia, descansar y si ocurre algo os aviso, y sino dentro de dos horas
os llamo para que me reemplacéis-.
Los dos jóvenes que les tocaba descansar extendieron sus
capas y se acostaron. El ambiente aunque no era el apropiado para la época del
año en la que estaban, era relativamente cálido y eso hizo que la mayor parte
del sueño durmieron sobre las capas y no arropadas con ellas.
Habían pasado unas cuatro horas desde que llegaron al claro
y el silencio y la quietud del bosque ayudaron a los tres jóvenes a descansar.
Pero poco antes de que se pusieran en marcha algo hizo que su atención se
centrara en el noroeste del bosque, apagaron el fuego echando un montón de
tierra encima dejándolos a oscuras y miraron en aquella dirección.
Un fuego verde azulado danzaba entre los árboles y se dirigía
a su posición, Rápidamente los jóvenes se dispusieron a esconderse con las
espadas desenvainadas. Los tres observaban con creciente temor como la llama verde azulado seguía su camino. Cuando estaba a escasos diez metros de la linde
del claro pudieron ver que se trataban de una pequeña linterna en la que el
fuego ardía, pero aun así eso no les quito el nerviosismo de encima, pues si
había una linterna también habría alguien sosteniéndola.
Dicho y hecho, tras la linterna comprobaron que una figura
empezaba a contornearse. No era mayor que un niño de diez u once años. Pero
como sabían, en aquel bosque que tenía a sus espaldas leyendas misteriosas e
historias de terror para asustar a los niños que no se portaban bien, era
imposible que un niño pequeño se adentrara tanto en el bosque.
Por ello se mantuvieron esperando y conteniendo el aliento durante
unos cuantos minutos. El pequeño ser se había desplazado al centro del claro
donde se mantenía esperando. Tras esos minutos de espera, nuevas luces de
diferentes colores fueron apareciendo por la linde contraria del claro donde
estaban esperando los tres sujetos.
Las luces parecían estrellas en una pequeña galaxia, pues cada
una era de un color diferente y no había dos iguales en todo el claro. Por lo
que podían ver los tres compañeros era que se estaba celebrando una reunión de
la cual no se podía averiguar mucho solo que parecieran que estuvieran
esperando a algo.
-¿Qué hacemos? Tarde o temprano nos descubrirán y a saber
que son esas criaturas y que nos podrán hacer por espiarlos en lo que parece
algún tipo de reunión- los susurros llegaron débiles a los oídos de los otros
dos pero no a los fino y agudos oídos de las criaturas que rápidamente se
dieron la vuelta y todos a la vez adelantaron sus linternas alumbrando la zona
donde los tres estaban escondidos dejándolos a la vista de todos los presentes.
Rápidamente la mayoría de las criaturas retrocedieron al ver
a los tres humanos, pues muchos de ellos no habían visto nunca a un humano,
pero las que se quedaron quietas se podía percibir por su semblante que habían
visto muchos humanos y sus encuentros habían sido muchos a lo largo de muchos
años.
Las voces aflautadas de las criaturas debido a la impresión
se fueron diluyendo conforme el tiempo iba trascurriendo y el silencio se iba
posando en el claro. –Salir fuera de ahí- La voz de una de las criaturas que
tenía un timbre más grave fue la que con cierto acento los insto a salir de
detrás de los arbustos.
Los tres compañeros salieron poco después pues pensaron que
era un poco tonto quedarse allí escondidos una vez que los habían descubierto.
–Disculpar nuestra intromisión no sabíamos que hacer, por eso nos quedamos aquí
escondidos – El humano que tenía el color del pelo rubio y que se hacía llamar
Lalon era el que parecía el líder de los tres, o por lo menos tenía más aplomo
pues los tres estaban seguros de que la muerte había logrado alcanzarlos de
nuevo y que el bosque solo había sido un pequeño rodeo para ella.
-¿Qué es lo que haces en nuestro bosque? – La criatura cada
vez tenía más confianza en ella misma, pues aunque había tenido encuentros con
humanos antes estos encuentros habían sido tan dispares unos de otros que no
podía hacerse una idea global de los humanos.
Pril que era el hermano mellizo de Lalon y que tenían el
pelo de un rubio arena se quedó mirando a la criatura pues sabia de que se
trataba y cuando lo confirmo no pudo evitar que se le escara una exclamación-
¡Duendes del bosque!-.
Todos se lo quedaron mirando y este ante tal hecho se
ruborizo, e intento mantener la compostura. – Parece que los humanos habéis aprendido
mucho en estos últimos tres siglos que llevamos sin veros-. Lalon que se
recompuso de la temeridad de su hermano dio un paso al frente y bajo los ojos
hasta los duendes que estaban allí prestos con sus armas.
-No queremos haceros daño, entramos en el bosque para
escapar de las huestes del barón Casrol que nos persiguieron hasta la linde del
bosque de Lanvers, y como no teníamos más alternativas para salir vivos de la situación
nos adentramos en el bosque hasta que hemos dado con este claro-.
Los duendes parecían meditar las palabras de Lalon durante
unos minutos. Uno de ellos avanzo un par de pasos y se colocó delante de los
demás duendes del bosque.
-Veo que decís la verdad, pues de otra manera ya serias
comida para la hierba e insectos que habitan esta.- Y aunque su voz era melodiosa
y su rosto era pacifico, la implicación de aquellas palabras dejo en los
jóvenes un sentimiento de congoja. –Por ello antes de tomar cualquier decisión
respecto a qué hacer con vosotros queremos oír vuestra historia, pues sois los
primeros seres altos que han pisado este claro en dos siglos-.
Tras esto los duendes se acercaron al que los jóvenes consideraban
el portavoz, pues era el único que había
hablado hasta el momento, y comenzaron a rodear a los jóvenes creando una semi
circunferencia enfrente de ellos. El portavoz se sentó sobre aquel mar verde y
los demás le imitarion, mientras el portavoz invito a los jóvenes que hicieran
lo mismo para que empezaran a contar su historia.
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