domingo, 10 de mayo de 2015

El resurgir. Capítulo II




Holos se encontró con dos eternos que estaban patrullando por aquella parte del rio para no pillarlos desprevenidos a los del campamento. Rápidamente los tres desenvainaron sus espadas y se miraron a los ojos. – Chicos, se podría decir que esto no es lo que parece, pero todos sabemos que es lo que parece, y como también sabemos que solo nosotros podemos matarnos, podríamos dejar el asunto y que cada uno vuelva a sus quehaceres, ¿qué os parece? – Los dos eternos que sabían que debían matar a todo aquel que estuviera por aquella zona, pues eran sus órdenes, no dieron opción a Holos, pues los dos se lanzaron al ataque. Holos con una rápida maniobra evasiva, esquivo la primera espada que iba a su cabeza, y con un giro de veinte grados, consiguió ponerse a una distancia prudencial de la espada del segundo eterno que en ese momento le lanzaba una estocada al estómago.

Sin ningún otro tipo de salida, Holos, que había desenvainado su espada arremetió contra el eterno que quería atravesar su estómago, primero realizo una finta, que consiguió pillar por sorpresa al eterno, pero fue demasiado lento el ataque, pues el otro raudo consiguió auxiliar a su compañero. Holos tendría que ser más rápido y listo para poder superar tan férrea defensa.

Esta vez los dos eternos atacaron a la vez, y Holos con dos movimientos gráciles y sutiles que describían muy bien su estilo de pelea, bloqueo ambos ataques, y antes de que pudieran rearmarse para volver a atacar, Holos fue capaz de sacar un pequeño puñal de su cinturón y lanzárselo a uno de sus contrincantes en el brazo, provocando que tuviera que soltar la espada.

La respuesta del otro no se hizo tardar, pero Holos estaba preparado, así que en vez de intentar bloquear el ataque, hizo una finta a derecha y después otra a la izquierda provocando que la espada del eterno le pasara a escasos centímetros del ojo derecho, pero dejándolo en una posición franca para lanzar una estocada directa al corazón de su adversario. Tras sacar la espada de la carne y que el cuerpo del eterno cayera desplomado al suelo se encaró con el otro.

Mientras se acercaba a su adversario Holos solo podía pensar que por fin volvía a ser el mismo, que matar al eterno lo había trasportado a unos recuerdos donde Bos, Juin y él se enfrentaban a bandidos, monstruos o bestias salvajes y tras derrotarlos sentían una satisfacción que solo podría describirse con la sensación que le queda a uno cuando consigue que el trabajo que estaba realizando acabara mejor de lo que se esperaba. Pues esa misma sensación era la que estaba embargando ahora a Holos mientras miraba al eterno que se estaba resecando como las pasas, pues era una de las cosas que pasaba cuando un eterno mataba a otros, que todos los líquidos del cuerpo se evaporaban en cuestión de segundo.

Pero sabía una cosa, y es que la ley de la unidad de eternos era clara, solo podrán matar a un desertor aquellos en los que el desertor más confiara, y desde el principio siempre había dejado entrever que sus más allegados eran aquellos con los que había entrado en la habitación. Y desde que empezó a idear el plan, también tuvo esto en cuenta pues una parte de ese plan era que Bos y Juin lo persiguieran, y lo encontraran donde tenía previsto que lo hicieran.

-No te voy a matar, pues no estás en condiciones de empuñar un arma, y además esa herida no se curara como las otras. Solo quiero que les digas una cosa a tus superiores y al emperador Jonion que Holos Dakanion está de vuelta-.

Holos que nunca habría creído que seguiría los pasos del primer Holos Dakanion cuando se enfrentó a todo un imperio, asesto un golpe contundente que el otro eterno no consiguió esquivar y lo dejo inconsciente, pues aunque el cuerpo de un eterno era diferente al de un mortal, era más duro, resistente y flexible, Holos era otro eterno y como los dioses habían establecido:
 Solo un eterno puede dañar a otro eterno, este es nuestro regalo a nuestros más fieles seguidores.

Tras dejarlo allí tendido Holos partió raudo al encuentro con sus hermanas con una sola cosa en su mente, que necesitaba poner en orden en todo lo que había estado involucrado y que el imperio de Tarasas no podía tener un arma tan poderosa como eran los eternos para que su voluntad se llevara a cabo, pues no era nada justo ni razonable.

Tres días después llego a la ciudad portuaria de Yol-Poritos. Ya solo le quedaban dos días más en barco por el rio Pori y estaría en la ciudad de su infancia. Esa ciudad donde nadie creería que iba a ir, pues lo primero que harían los eternos seria ir allí, pero eso ya había pasado hacia dos días, según los rumores que había oído en el puerto fluvial.

Dos días después llego a su casa, allí lo recibieron con los brazos abiertos, pues la llegada de los eternos días antes habían provocado que toda la ciudad temiera una invasión del imperio de Taraseo, pero al ver que no encontraron lo que fueron a buscar se marcharon como habían venido.

Holos sabía que pasaría, pues las órdenes que los eternos tenían era  apresarle y si no podían matarlo, no harían otra cosa que no fuera eso, por lo que dejar allí eternos no entraba en su programación.

El mismo día que Holos llego a casa lo hicieron sus dos hermanas también pues habían recibido la carta de Holos en la que las citaba allí y que debían acudir pues era un asunto de vida o muerte.

A la hora de la cena estaban todos reunidos a la mesa, pero no era una cena como las demás pues la tensión de los días anteriores aun flotaba en el ambiente hasta que Holos rompió el silencio.

-Padre, madre, hermanas, he de deciros algo importante que puede que no os guste demasiado pero espero que lo toméis con calma.- Todos arquearon una ceja hacia arriba ante la declaración de intenciones de Holos. – Los eternos que vinieron hace unos días me buscaban a mí.

La noticia exploto en la cara de los presentes, pues rápidamente Reeas puso el grito en el cielo. – Pero se puede saber en qué lio te has metido ahora jovencito- Ese “jovencito” siempre exasperaba a Holos, ya que solo era cinco años menor que Reeas, pero siempre lo había tratado como si esta tuviera quince o veinte años más.

-Reeas por favor, deja que tu hermano se explique después llegaran las preguntas y las respuestas. – El tono aclamado que Rasa imprimió a su voz hizo que los pelos de la nuca de Holos y de sus hermanas se crisparan y se pusieran de punta, pues desde que eran bien pequeños sabían cuando su madre les había pillado haciendo una trastada, o había averiguado que trastada habían hecho, pues su calma era siempre una pose que posteriormente iría desquebrajando poco a poco en severos castigos que si no parecían duros era porque los realizaba en pequeñas dosis que los jóvenes conocían como la palma de su mano, pues eran insufribles.

-Hijo explica eso de que los eternos te buscan. Pues rara vez estos hacen este tipo de labores destinadas a los a los regulares. – Esta vez fue Cthos el que invito a su hijo a que hablara, pero en su voz no había ningún tipo de tono raro, simplemente sentía curiosidad por saber en qué lio se había metido su hijo y la manera de poder solventarlo como había hecho miles de veces anteriormente.

-Bueno más bien no es un lio en lo que me he metido, sino que es un problema de proporciones épicas, – miro a su familia y viendo que nadie lo interrumpió se dispuso a soltar la bomba de relojería. – Como sabéis Juin, Bos y yo siempre estamos experimentando y buscando nuevos retos, pues el último reto creo que se nos ha ido de las manos. Queríamos averiguar porque el ejército de Tarasas era invencible, así que nos alistamos. En los primeros meses gracias a nuestras dotes subimos rápidamente en el escalafón-.

Treas la hermana mayor interrumpió a Holos, pues ya sabía que estaba pasando porque había leído mucho a acerca del ejército de Tarasas y en especial todo lo que había sobre una unidad que nunca había sido derrotada. Era más, ninguna vez se había oído ni leído que en las batallas que habían participado sufrieran baja alguna. – ¿No me digas que llegaste hasta los eternos? – Holos afirmo con la cabeza y en menos que un ojo parpadea Treas se posó delante de su hermano y le clavo un tenedor en la mano. Este chillo por el repentino ataque no por el dolor que sintiera, pues otra de las ventajas es que los ataques de gente normal no les afectaban ni les dolian, pero al ver como su hermana lo ignoraba y se centraba en la herida que empezaba a cerrarse a una velocidad de vértigo la dejo continuar. En dos parpadeos la herida había desparecido.

-Increíble, así que las historias son ciertas.- Treas no podía parar de dar vueltas alrededor de Holos, su ansia científica había podido con ella y una vez eso pasaba no había forma de que parase hasta que no descubriera el secreto, pero su madre tenía el remedio perfecto. – Treas siéntate y deja en paz a tu hermano que no es una de tus investigaciones – Treas salió de aquella euforia científica y se volvió a su sitio, pero no le quito ojo a su hermano pequeño, pero no sin antes guiñarle un ojo y poner un gesto picaron que Holos conoció mucho pues había sufrido las consecuencias en carnes propias de lo que vendría después de que su hermana lo mirara de esa forma.

Tras unos minutos de silencio, Holos volvió a hablar a su familia. – Necesito vuestra ayuda-, miro a sus dos hermanas mayores. – Según me han enseñado y yo mismo lo he visto a los eternos como has podido comprobar Treas solo los puede herir o matar otro eterno, cualquier otro individuo lo único que haría sería morir, pues nuestros cuerpos han sido sometidos a la prueba de los dioses y solo el ejercito de Tarasas conoce este secreto, y por ello son ellos los que deciden solo someter a la prueba a aquellos más leales al emperador-. Todos volvieron a quedarse callados durante unos minutos que a Holos solo le presagiaba que nada bueno podría salir de allí.

-Está bien hijo, desde que murió nuestro tío abuelo Thalos II, en este mundo no ha habido un imperio que pudiera subyugar a todo el mundo, pero con estas noticias que traes es más que conveniente que proclamemos una asamblea con nuestros aliados, pues si todo lo que has dicho es cierto nuestro mundo tal como lo conocemos potro llegara a su fin, así que de momento descansa, pues en la asamblea tendrás que hablar y probar tus palabras como has hecho hoy con nosotros, mientras tanto Treas y Reeas llevaran el mensaje a sus respectivas organizaciones pues aunque son neutrales deben conocer todos los hechos.-

Con esas palabras la cena y la discusión había acabado, pues Cthos el rey había hablado y como tal, todos sus súbditos obedecían aunque estos fueran de su misma sangre, y desde ese momento hasta pasados dos días los mensajeros y correos entraban y salían con mensajes de todos los aliados que aún le quedaba aquel pequeño reducto de los Dakanion.

Las respuestas que el rey Cthos Dakonion recibía eran todas afirmativas, por lo que la asamblea se celebraría el último día del ciclo lunar que concordaba con el equinoccio de primavera y como consecuencia la época de la sembrada.

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