Y las gotas de la lluvia caían en aquel rostro bello, frio y
a la vez cálido. Resbalaban como si aquél rostro fuera una pieza de mármol
esculpida mientras mojaba su melena rubia que le caía libre por la espalda.
La sensación de libertad que sentía con su rostro mirando al cielo mientras las gotas le caían en la cara pronto se desvaneció. Un escalofrío en la base de la nuca lo saco de su paz.
La sensación de libertad que sentía con su rostro mirando al cielo mientras las gotas le caían en la cara pronto se desvaneció. Un escalofrío en la base de la nuca lo saco de su paz.
Tras recobrar la compostura miro al oeste y como si de un reflejo en una cascada se tratase se desvaneció transformándose en agua y como la lluvia avanzó sin obstáculos.
En un recóndito paraje del desierto los músculos tensos
volvieron a relajarse tras un día de duro entrenamiento con las rocas. De
aquellos relieves de color azabache el sudor caía hasta que llegaba a tocar el
suelo donde no permanecía nada más que un par de segundos antes de que el calor
abrasador del desierto evaporara dicho líquido.
Esta vez no hizo falta que ningún escalofrió rompiera el
descanso merecido después de una jornada de entrenamiento, bastaba con una
orden telepática para que se pusiera en camino.
Y así lo hizo, miro al sur y donde antes había un hombre
color azabache ahora se alzaba un remolino de tierra que avanzaba
inexorablemente dirección sur.
Las cosas estaban realmente tensas en las respectivas zonas
de reunión. Las dos sedes eran las más grandes de todo Tal y en ella se
congregaban todos los que habían despertado sus
lahjakkuus.
Cada hombre o mujer de Tal contaba con dos lahjakkuus que
podían usar a voluntad, pero solo separados unos de otros, pocos podían usar
dos lahjakkuus a la vez y esos dos lahjakkuus no podían ser opuestos, debían
ser afines, y esos eran los que componían la asamblea de Tal.
Y la asamblea del Tal había sido reunida en aquellos
momentos, y por eso los dotados habían sido llamados a la sede que les cogiera
más cerca, para así presenciar un acto de locura o sabiduría según dirían
algunos.
Todos veían lo que pasaban, para ello habían enviado sus
mentes a través de las bolas situadas para estos eventos a los que había en la
sede central. Así serian testigos directos del hecho.
La sede se quedó en silencio, al igual que las demás, ya
fueran grandes o pequeñas. –Ya sabes cuál es el castigo por desafiar a un
asambleísta- La voz del componente principal de la asamblea retronó entre las
cuatro paredes del coliseo-.
Así es mi señor –La respuesta dejo atónitos a los más viejos
de la, sala y no por la prepotencia y la arrogancia, sino por la contundencia y
la fortaleza que había emanado de aquel joven pálido, como el mármol con una
melena roja como el fuego-.
Por lo que tu apariencia me demuestra joven, es que eres de
la tribu de los Hyrr, una de las primeras en dominar y hacer suyo
por derecho el fuego, erradicando o asumiendo como suyas aquellas aldeas que
dominaban este lahjakkuus. – El
joven asintió con nobleza, y sin agachar la cabeza-.
Quiero que expongas brevemente el cometido del desafío – El
joven en ese momento se giró a los demás talenses y empezó a hablar-.
Mi objetivo en este asunto es derrotar a Bank’thrar dirigente supremo de la asamblea, y
así vengar las malévolos actos e injurias que ha vertido contra los mío,
renegándonos a casi la extinción por su temor a que nos hagamos con el control
de todo. –Hizo una pausa para comprobar que efecto habían causado sus palabras
y a continuación retomo-.
Pero el motivo principal de este duelo es la venganza,
quiero acabar con aquel que hizo matar a mi abuelo, por ser el primer talense que
pudo dominar dos lahjakkuus opuesto.
Un rumor se extendió por la sala y por las demás sedes, pero
pronto fue cortado por la estridente voz de Bank’thrar. –Como osas decir tales
mentiras delante de todos los talenses, en la historia de nuestro mundo ningún
ser racional ha conseguido tal hazaña, y menos dominarlos y usarlos los dos a
la vez-.
La sala empezó a aprobar las palabras de Bank’thrar, pero
también estaba algo inquita por la pose del joven pelirrojo.
¿Entonces no tendrá inconveniente en aceptar el desafío?
–Señalo al joven-.
Al instante uno de los asambleístas que estaba más retirado del
centro de la mesa tomo la palabra.
Solo acedera al desafío si pasas dos pruebas. –Todos los
asambleístas que sabían a donde quería llegar este, asintieron, al igual que
los más viejos del lugar y de las demás sedes- Las pruebas que tienes que pasar
serán juzgadas por mí y por otro que tú desees y no se harán públicas, hasta
que demos el veredicto final. ¿Estás de acuerdo con ello?
La sala espero impaciente a la respuesta del joven, que
aunque sereno parecía como si fuera a estallar como un volcán en erupción,
hasta que otra voz no menos potente que la de Bank’thrar pero más sueva y
melosa llamo la atención de todo los reunidos.
Esta de acuerdo en dichas pruebas, y como padre suyo yo seré
el otro testigo. –En ese momento otro hombre de la misma estura que el joven
con el pelo rojo como las llamas y la piel aunque pálida no se compraba con la
de su hijo se puso a su altura y se postuló.
En ese mismo momento Bank’thrar miro al recién llegado y en
sus ojos un tinte de ira los transformo dos brillantes y febriles bolas rojas.
Entonces no se hable más, mañana a esta hora serán
realizadas las pruebas y por la tarde será dictada la sentencia. Así que todos
quedáis emplazados mañana cuando el sol este casi rozando el horizonte, se
cierra la sesión.
En ese momento un murmullo que fue subiendo de tono se
adueñó de la sala, mientras que los dos Hyrr
eran escoltados a donde pasarían la noche.
A la mañana
siguiente, tras haber hablado entre ellos padre e hijo se infundieron ánimos, y
se dedicaron palabras de amor y de venganza en pos de su padre para uno y de su
abuelo para otro.
Antes de que el sol
llegara a su cenit fueron conducidos a la sala donde se hacían las pruebas para
asambleísta. La sala era un lugar hermoso, creado con diferentes materiales, la
obsidiana para el fuego, la amatista para el aire, el cuarzo para la tierra y
el Jade para el agua.
El techo estaba al
descubierto ya que muchos de los que se presentaban tenían un gran poder y todo
ese poder era precipitado en una columna hacia arriba, mientras que el suelo
era de piedra pulida con grabados muy antiguos que solo los eruditos y algunos
ancianos sabían que decían.
Bien la primera
prueba consistirá en ver que elementos son afines a ti, para ello iras
colocándote en las piedras correspondientes e invocaras el elemento de cada
piedra. Según la reacción de la piedra sabremos tu potencial aproximado y tu
elemento principal y secundario. Después tendréis que invocar los dos poderes
juntos uno en cada mano y lanzarlos contra aquella pared –señalo una pared
compuesta por un metal oscuro como el carbón.-
Tras la breve
explicación miro al padre del joven – Vos podéis hacer también la prueba si
gustáis, hace tiempo que no tenemos a un Hyrr en la asamblea ni hemos visto a
ningún en décadas- Vanthos se quedó mirando al asambleísta que más o menos
tenía su edad. - No nos presentamos a esta asamblea en décadas, por lo que
ocurrió con mi padre, espero que comprendas los motivos de nuestra aldea, pero la hare gustoso, solo por
curiosidad-
El asambleísta asintió,
y le dio el permiso para que hiciera la prueba. Vathos conocedor de sus dos lahjakkuus
se dirigió primero a la obsidiana, y la amatista después, en ambos casos las
dos piedras brillaron con intensidad, dejando al asambleísta un tanto atónito,
ya que aquel hombre tenía el mismo poder que él o superior. Tras hacerlo y que
le dieran el permiso realizo la segunda prueba, en una mano apareció una llama
color naranja mientras que en la otra se empezaba formar un remolino en
miniatura. Junto ambas manos y el resultado fue inquietante, ya que en la mano
que estaba el fuego ahora se veía un torbellino de fuego anaranjado.
Impulso su mano hacia delante y envió dicho torbellino, que
a cada metro se hacía más grande, hacia la pared de metal. Una vez hubo llegado
el humo producido por la explosión dejo sin vista a los tres por unos momentos.
Una vez disipado los tres contemplaron con asombro lo que había provocado
Vathos.
No sé cómo expresar eso mi señor Vathos, pero usted está al
mismo nivel que el asambleísta principal. Solo puedo deciros que es un honor
haberle conocido. –Se pauso unos momentos para que sus palabras dieran algún
efecto en el semblante de Vathos pero no lo hicieron así que paso a lo que
realmente les llevo a allí.
Bueno Kan’thor es tu turno, ¿creerás que podrás hacer lo
mismo que tu padre? – y en ese momento Kan’thor sin articular palabras se dirigió
a lo que su destino le había predispuesto y con ellos a la hecatombe de los talenses
o el fortalecimiento de los talenses y el renacimiento de la estirpe Hyrr.
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