domingo, 7 de abril de 2013

Llamas rojas I




Y las gotas de la lluvia caían en aquel rostro bello, frio y a la vez cálido. Resbalaban como si aquél rostro fuera una pieza de mármol esculpida mientras mojaba su melena rubia que le caía libre por la espalda.

La sensación de libertad que sentía con su rostro mirando al cielo mientras las gotas le caían en la cara pronto se desvaneció.  Un escalofrío en la base de la nuca lo saco de su paz.

Tras recobrar la compostura miro al oeste y como si de un reflejo en una cascada se tratase se desvaneció transformándose en agua y como la lluvia avanzó sin obstáculos. 

En un recóndito paraje del desierto los músculos tensos volvieron a relajarse tras un día de duro entrenamiento con las rocas. De aquellos relieves de color azabache el sudor caía hasta que llegaba a tocar el suelo donde no permanecía nada más que un par de segundos antes de que el calor abrasador del desierto evaporara dicho líquido.

Esta vez no hizo falta que ningún escalofrió rompiera el descanso merecido después de una jornada de entrenamiento, bastaba con una orden telepática para que se pusiera en camino. 

Y así lo hizo, miro al sur y donde antes había un hombre color azabache ahora se alzaba un remolino de tierra que avanzaba inexorablemente dirección sur.

Las cosas estaban realmente tensas en las respectivas zonas de reunión. Las dos sedes eran las más grandes de todo Tal y en ella se congregaban todos los que habían despertado sus  lahjakkuus.

Cada hombre o mujer de Tal contaba con dos lahjakkuus que podían usar a voluntad, pero solo separados unos de otros, pocos podían usar dos lahjakkuus a la vez y esos dos lahjakkuus no podían ser opuestos, debían ser afines, y esos eran los que componían la asamblea de Tal.

Y la asamblea del Tal había sido reunida en aquellos momentos, y por eso los dotados habían sido llamados a la sede que les cogiera más cerca, para así presenciar un acto de locura o sabiduría según dirían algunos.

Todos veían lo que pasaban, para ello habían enviado sus mentes a través de las bolas situadas para estos eventos a los que había en la sede central. Así serian testigos directos del hecho.

La sede se quedó en silencio, al igual que las demás, ya fueran grandes o pequeñas. –Ya sabes cuál es el castigo por desafiar a un asambleísta- La voz del componente principal de la asamblea retronó entre las cuatro paredes del coliseo-.

Así es mi señor –La respuesta dejo atónitos a los más viejos de la, sala y no por la prepotencia y la arrogancia, sino por la contundencia y la fortaleza que había emanado de aquel joven pálido, como el mármol con una melena roja como el fuego-.

Por lo que tu apariencia me demuestra joven, es que eres de la tribu de los Hyrr, una de las primeras en dominar y hacer suyo por derecho el fuego, erradicando o asumiendo como suyas aquellas aldeas que dominaban este lahjakkuus. – El joven asintió con nobleza, y sin agachar la cabeza-.

Quiero que expongas brevemente el cometido del desafío – El joven en ese momento se giró a los demás talenses y empezó a hablar-.

Mi objetivo en este asunto es derrotar a  Bank’thrar dirigente supremo de la asamblea, y así vengar las malévolos actos e injurias que ha vertido contra los mío, renegándonos a casi la extinción por su temor a que nos hagamos con el control de todo. –Hizo una pausa para comprobar que efecto habían causado sus palabras y a continuación retomo-.

Pero el motivo principal de este duelo es la venganza, quiero acabar con aquel que hizo matar a mi abuelo, por ser el primer talense que pudo dominar dos lahjakkuus opuesto.

Un rumor se extendió por la sala y por las demás sedes, pero pronto fue cortado por la estridente voz de Bank’thrar. –Como osas decir tales mentiras delante de todos los talenses, en la historia de nuestro mundo ningún ser racional ha conseguido tal hazaña, y menos dominarlos y usarlos los dos a la vez-.

La sala empezó a aprobar las palabras de Bank’thrar, pero también estaba algo inquita por la pose del joven pelirrojo.

¿Entonces no tendrá inconveniente en aceptar el desafío? –Señalo al joven-.

Al instante uno de los asambleístas que estaba más retirado del centro de la mesa tomo la palabra.
Solo acedera al desafío si pasas dos pruebas. –Todos los asambleístas que sabían a donde quería llegar este, asintieron, al igual que los más viejos del lugar y de las demás sedes- Las pruebas que tienes que pasar serán juzgadas por mí y por otro que tú desees y no se harán públicas, hasta que demos el veredicto final. ¿Estás de acuerdo con ello?

La sala espero impaciente a la respuesta del joven, que aunque sereno parecía como si fuera a estallar como un volcán en erupción, hasta que otra voz no menos potente que la de Bank’thrar pero más sueva y melosa llamo la atención de todo los reunidos.

Esta de acuerdo en dichas pruebas, y como padre suyo yo seré el otro testigo. –En ese momento otro hombre de la misma estura que el joven con el pelo rojo como las llamas y la piel aunque pálida no se compraba con la de su hijo se puso a su altura y se postuló.

En ese mismo momento Bank’thrar miro al recién llegado y en sus ojos un tinte de ira los transformo dos brillantes y febriles bolas rojas.

Entonces no se hable más, mañana a esta hora serán realizadas las pruebas y por la tarde será dictada la sentencia. Así que todos quedáis emplazados mañana cuando el sol este casi rozando el horizonte, se cierra la sesión.

En ese momento un murmullo que fue subiendo de tono se adueñó de la sala, mientras que los dos Hyrr eran escoltados a donde pasarían la noche.

A la mañana siguiente, tras haber hablado entre ellos padre e hijo se infundieron ánimos, y se dedicaron palabras de amor y de venganza en pos de su padre para uno y de su abuelo para otro.
Antes de que el sol llegara a su cenit fueron conducidos a la sala donde se hacían las pruebas para asambleísta. La sala era un lugar hermoso, creado con diferentes materiales, la obsidiana para el fuego, la amatista para el aire, el cuarzo para la tierra y el Jade para el agua. 

El techo estaba al descubierto ya que muchos de los que se presentaban tenían un gran poder y todo ese poder era precipitado en una columna hacia arriba, mientras que el suelo era de piedra pulida con grabados muy antiguos que solo los eruditos y algunos ancianos sabían que decían.

Bien la primera prueba consistirá en ver que elementos son afines a ti, para ello iras colocándote en las piedras correspondientes e invocaras el elemento de cada piedra. Según la reacción de la piedra sabremos tu potencial aproximado y tu elemento principal y secundario. Después tendréis que invocar los dos poderes juntos uno en cada mano y lanzarlos contra aquella pared –señalo una pared compuesta por un metal oscuro como el carbón.-

Tras la breve explicación miro al padre del joven – Vos podéis hacer también la prueba si gustáis, hace tiempo que no tenemos a un Hyrr en la asamblea ni hemos visto a ningún en décadas- Vanthos se quedó mirando al asambleísta que más o menos tenía su edad. - No nos presentamos a esta asamblea en décadas, por lo que ocurrió con mi padre, espero que comprendas los motivos de nuestra  aldea, pero la hare gustoso, solo por curiosidad-

El asambleísta asintió, y le dio el permiso para que hiciera la prueba. Vathos conocedor de sus dos lahjakkuus se dirigió primero a la obsidiana, y la amatista después, en ambos casos las dos piedras brillaron con intensidad, dejando al asambleísta un tanto atónito, ya que aquel hombre tenía el mismo poder que él o superior. Tras hacerlo y que le dieran el permiso realizo la segunda prueba, en una mano apareció una llama color naranja mientras que en la otra se empezaba formar un remolino en miniatura. Junto ambas manos y el resultado fue inquietante, ya que en la mano que estaba el fuego ahora se veía un torbellino de fuego anaranjado.

Impulso su mano hacia delante y envió dicho torbellino, que a cada metro se hacía más grande, hacia la pared de metal. Una vez hubo llegado el humo producido por la explosión dejo sin vista a los tres por unos momentos. Una vez disipado los tres contemplaron con asombro lo que había provocado Vathos.

No sé cómo expresar eso mi señor Vathos, pero usted está al mismo nivel que el asambleísta principal. Solo puedo deciros que es un honor haberle conocido. –Se pauso unos momentos para que sus palabras dieran algún efecto en el semblante de Vathos pero no lo hicieron así que paso a lo que realmente les llevo a allí.

Bueno Kan’thor es tu turno, ¿creerás que podrás hacer lo mismo que tu padre? – y en ese momento Kan’thor sin articular palabras se dirigió a lo que su destino le había predispuesto y con ellos a la hecatombe de los talenses o el fortalecimiento de los talenses y  el renacimiento de la estirpe Hyrr.

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