martes, 6 de agosto de 2013

Lo desconocido II



La fría camilla de metal calentada por el calor del cuerpo que la habitaba estaba en medio de la sala con una luz fluorescente iluminando el cuerpo que albergaba. Solo el leve ascenso y descenso del pecho en el acto de respirar daban la señal de vida.

Llevaba más de cuarenta y ocho horas tendió en aquella camilla y no mostraba signos de que la cosa cambiase. Pero lo hizo y los ojos se abrieron para seguidamente cerrarse de nuevo por la exposición del fluorescente que los había dañado.

Cuando estos se habituaron a los fluorescentes con rápidos parpadeos, el hombre se incorporó, dejando el esfuerzo a medio camino por la debilidad. Cuando su mente se acostumbró a la nueva situación el hombre se levantó de la camilla y observo lo que había al su alrededor y la sala donde se encontraba.

A todas luces era una sala médica, y el instrumental estaba por todos lados a simple vista, por lo que el hombro cogió uno de los bisturís de una de las repisas y se dirigió a la puerta ya que en la sala solo estaba él.

Tardo varios minutos hasta que dio con la forma de abrir la puerta metálica con una pequeña ventana de cristal.

Se asomó al pasillo para ver si había alguien, pero tras unos segundos mirando en ambas direcciones no se veía rastro de nadie. Avanzo por el pasillo atento a cualquier indicador de que podría ser descubierto.

En ambos lados del pasillo las puertas se colocaban a intervalos de cuatro metros de distancia una que otra, y todas con la misma estructura metálica y con una pequeña ventaba para ver dentro.

Tras recorrer casi todo el pasillo y ver que en las habitaciones no había nadie, llego hasta una puerta de metal completa, con un mecanismo parecido al que había en la habitación de la que había salido, por lo que no le llevo ni dos segundos abrir la puerta.

La siguiente sala a la que entro parecía una especie de entre sala, así que volvió a manipular el mecanismo de apertura y entro a lo que parecía la sala del puente.
Allí encontró a dos de sus compañeros de la tripulación del neo sentados, conversando con unas criaturas que tenían pinta de ser humano pero que por toda la cara le salían pequeñas protuberancias.

El ruido de la puerta hizo que tomara toda la atención de los allí presentes, sus compañeros le instaban a que se acercara para presentarse a sus salvadores, mientras que su cerebro le decía que anduviera con ojo que podría ocurrir cualquier cosa.

Lentamente se acercó, pero de repente sintió un contacto en su cuello y…

Despertó sobresaltado sobre la camilla de metal, miro a su alrededor, la piel aún conservaba el sudor frio de la pesadilla donde era asesinado.

La primera impresión de la sala era igual que la del sueño, pero con la salvedad que sus compañeros estaban en ella, tumbados sobre unas camillas metálicas como la suya.

Tras pasarse la mano por el pelo, su cerebro se había habituado a la nueva estancia y esta vez sí que estaba despierto,  se sentó al borde la camilla, en esto que la puerta se abrió.

En ese momento entraron en la sala dos enfermeras humanas, que se preocuparon por su estado y le tomaron diferentes mediciones. Tras el reconocimiento le dieron ropa y se vistió.

Fue acompañado al puente donde el Comandante Pulov le recibió con los brazos abiertos.

Bienvenido de nuevo Johansson, creíamos que tú y tu tripulación estabais muertos.

Johasson que lo miro extrañado, ya que hacía solo un mes que habían salido de la estación espacial, destino a la galaxia Neumerita.

¿Qué paso? ¿Cómo habéis llegado tan rápido a la galaxia Neumerita si hace solo un mes que hemos salido de la estación?  Es mas ¿no deberíamos estar ni siquiera en Neumerita, ya que son dos meses de viaje?
¿Un mes? Muchacho estas muy mal, hace más de dos años que salisteis de la estación, y hace dos años que conectasteis con la tierra, con un mensaje de que habíais encontrado un nuevo planeta, y os habían ayudado porque habíais sido arrastrados a una nebulosa.

Johansson se quedó en silencio durante minutos sin comprender lo que pasaba. Así que lo único que pudo decir era que no tenía ni idea de nada.

Es mas hace año y medio que la raza conocida como los norros se puso en contacto con nosotros ofreciendo un contacto amistoso en la galaxia Pegaso. ¿No me digas que no te acuerdas del comandante Jozan?

Johansson lo miro incrédulo ante lo que oía, era la primera vez o eso creía el, que oía el nombre de Jozan.

Pues él se acuerda de todos vosotros de cómo,  intercambiasteis información acerca de las dos razas y como a estos les agrado tanto lo que vieron, y que hacia siglos que no encontraban una raza nueva que se pusieron manos a la obra para conocernos y ayudarnos en nuestro avance.

Es más como gesto de buena voluntad arreglaron la Neo con su tecnología, y le añadieron algunas mejoras para que el viaje interespacial resultara más rápido, y ahora mismo estamos instalando las mejoras en todos nuestros transbordadores, pero con lo que estoy viendo tenemos que tener una reunión con Jozan y su gente antes de que pase la cosa a mayores.

A ti y a tus hombres se les ha asignado un ascenso, y estaréis en la reunión, así que ahora descansa y esperemos que os recuperéis cuanto antes.

Tras cinco días, todos los tripulantes de la Neo estaban en plenas facultades físicas y psíquicas, salvo la pequeña amnesia que todos tenían.

La reunión se hizo en la galaxia Pegaso en la estación espacial humana que había allí. Todos los invitados fueron llegando uno de tras de otro y fueron pasando a la sala.

Jozan, Mord, Sapark y Atbot que fueron por parte de los norros nada más ver a Johansson y a sus compañeros los abrazaron y les felicitaron por llegar sanos a la estación espacial. Pero Johansson y sus hombres extrañados se sentían incomodos ya que no recordaban a aquellos seres tan parecidos a los humanos pero con protuberancias en la cara.

Tras las presentaciones, cortesías y diplomacia entre ambos se sentaron a la mesa.

Comandante Jozan, tenemos un problema con los nuevos propulsores que nos ofrecieron como regalo. – Mord los miro con asombro- ¿De qué se trata?

Pues como ha podido ver Johansson y su tripulación han perdido dos años de memoria y no se acuerdan de nada de lo que hicieron cuando estuvieron en Neumerita.

Mord, Jozan, Spark y Atbot prorrumpieron en carcajadas ante las insólitas caras de los dirigentes y estado mayor de la tierra.

Tras cesar las risas, Jozan se sereno al igual que sus tres compañeros y les contaron lo que pasaba.

Me lo temía, a muchas razas a las que les hemos obsequiado con nuestra tecnología tienen este tipo de efectos secundarios. – El tono era un tono de que no pasaba nada-. Spark os explicara los detalles técnicos porque para cada raza hay que hacer unos ajustes en el flujo de energía que provee a los motores.

Spark empezó con la jerga técnica de como la fisiología, la composición y el aire que cada respira provocaba unos efectos u otros, y a los que respiraban oxigeno los problemas más comunes eran la falta de orientación, la pérdida de memoria, y en casos grabes como son los organismos con base silicea-carbonica la perdida de densidad ósea y reducción del tamaño.

En los humanos como su base era del setentao por ciento de agua y composición carbono, solo perdían la memoria.

Pero no es problema, tenemos lo necesario para desbloquear esos recuerdos, así que no nos preocupemos por el momento. – Comenzó diciendo Jozan- Os daremos las indicaciones de como regular los propulsores para que no os pase.

Todos los asistentes asintieron aliviados ante tales palabras.

Bien aparte de eso hemos venido también para haceros una propuesta, que creemos que nos beneficiara a todos. – Jozan saco un pergamino de uno de sus bolsillos interiores de su casaca de comandante y lo extendió en la mesa pasándoselo a los humanos.-

Esto es un contrato de adhesión a la alianza que ahora mismo formamos doce razas en distintos lugares del espacio esperemos que aceptéis la invitación – El gesto de todos los norros era apacible y amigable, no se veía en ellos ninguna intención oculta-.

Es un honor, pero como sabéis nosotros solo somos los meros intermediarios, los que deben decidir esto son los señores que se sientan a nuestra izquierda. –Señalo a todos los peces gordos de la tierra-

No creo que haya problema –empezó a hablar uno de ellos – lo revisaremos y en dos días tendrán nuestra contestación, y si quieren mientras tanto siéntanse libres de ser nuestros invitados y recorrer la estación Pegaso.

Los norros aceptaron encantados, ya que aparte de ser una raza pacifica eran también gente que le gustaba mucho la historia, creencias y diferentes culturas de otras razas.

Los dos días pasaron y en la estación Pegaso se firmó lo que sería el primer paso en la conquista del espacio para los humanos. Allí quedó plasmado el acuerdo en el que la alianza que posteriormente se conocería como la alianza de los trece se formaría, y marcaría un hito en las trece razas que la formaron dando lugar a eones de paz y tranquilidad en gran parte del vasto espacio.

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