Tras un largo concilio en el que estaban presentes
representantes de los distintos grupos que pertenecían a la única región de
diurnos libres. La convención duro días, pero al final se llegó a un acurdo
táctico.
En ese mismo momento en la región que paso a llamarse Ligthstrider,
pues era un lugar donde los caminantes de luz como se hacían llamar los diurnos
libres se habían asentado durante el primer año de la era gris.
La región había tomado forma y los habitantes habían
empezado a ser autosuficientes, pues cada uno se dedicaba a lo que mejor sabía
hacer, y así fue como en menos tiempo del previsto las granjas y cultivos
empezaron a dar frutos, y con ello los artesanos empezaron a dar forma a nuevos
enseres para la mejoría de la vida en Ligthstrider.
Ante estos hechos los magos se vieron descargados de
responsabilidades triviales, pues el avance y mejoría de necesidades básicas
quedaban resueltos y no era necesario mediar con la magia, y así podrían
centrarse en como eliminar aquella capa gris que imposibilitaba la entrada de
la luz solar o lunar.
Desde que aquel mago descubrió mediante una visión del
futuro que los diurnos volverían a dominar el mundo por lo menos a la luz del
sol y cuál era el lugar donde tenían que realizar lo que fuera que tuvieran que
realizar, se pusieron manos a la obra a estudiar, crear y experimentar con
nuevos conjuros para disipar la niebla.
La fuerza militar que se había congregado en Ligthstrider ya
superaba con creces a un pequeño ejército pues había más de tres mil hombres de
armas además de que estaban versados en distintas disciplinas militares y bélicas,
pues había desde diestros caballeros y espadachines, hasta arqueros pasando por
lanceros.
La región pronto paso a ser una gran ciudad y los ataques de
los nocturnos se resolvían con cierta facilidad pues la región daba lugar a
posicionar a estos hombres en lugares en los que harían mucho más daño.
Así los años pasaban y desde que se inició “la era gris”
había pasado un lustro, y en ese tiempo los diurnos estaban bien asentados y
eran muy autosuficientes y los nocturnos acampaban a sus anchas por el resto
del mundo.
Era la hora de que los principales representantes de todas
las facetas de Ligthstrider se reunieran en un concilio y empezaran los planes
para recuperar la luz del sol. El concilio acabo varios días después de
empezar, y se llegó a un acuerdo, era hora de salir de Ligthstrider.
-Bien es la hora de que hagamos lo que el mago vio en su
visión señores, ¿cuál sería la mejor forma de llegar a un lugar infestado de
nocturnos y hacernos con él?- La pregunta cogió desprevenidos a capitanes y
jefes de escuadrón que habían sido llamados y reunidos para empezar los
preparativos de la ofensiva.
-Señor eso es casi un imposible, ni siquiera con los más de
tres mil hombres que conforman el ejército de Ligthstrider podríamos llegar a más
de una legua de aquí, pues en cuanto nos vieran salir, los nocturnos alzarían
la voz y en menos de dos días tendríamos un contingente que nos superaría en número
y arrasaría nuestras fuerzas. Habría que preguntarse mejor como podríamos
evitar ser vistos cuando salgamos, no como llegar, pues una vez fuera la forma
de llegar sería más fácilmente realizable, pues los informes de los espías
dicen que han encontrado a muchos de los que han traído aquí gracias a ciertos
aspectos que los nocturnos no tenían en cuenta.-
La sala donde estaban reunidos se quedó en silencio, pues
aquellas palabras tenían un cariz crítico y apesadumbrado ya que todos sabían
que aquello era la pura realidad.
-Bien entonces queda descartado que todo el ejército salga,
lo que solo me queda una opción y eso requiere de la aprobación del consejo,-
el comandante del ejército miro a su capitán a los ojos.- Y tu vendrás conmigo.
La reunión acabo, y ambos hombres se dirigieron al edificio
donde se reunía el consejo y así convocar una reunión de emergencia, pues por
su cabeza aun tenia fresca la estrategia a seguir y como la llevarían a cabo.
Tras dos horas en las que todos los miembros del consejo
encargados de la gestión y gobierno de Ligthstrider se reunieron empezó la
nueva reunión. –Señores tengo que proponer algo al consejo, así que si me
permitís empezare a exponer el asunto y después se procederá a su votación.-
Todos los miembros asintieron pues era norma general que el
que solicitaba una reunión del consejo expusiera sus preocupaciones sin
interrupción y posteriormente los miembros comentaran sus impresiones y después
votaran.
En ese instante el comandante del ejército expuso sus
preocupaciones y la única posible solución. Tras eso los miembros del consejo empezaron
a comentar la idea del comandante.
-Es una idea alocada, pero creo que como bien habéis
mencionado y como lo habéis planeado puede llevarse a cabo, ¿pero qué pasaría si
detectan dichos movimientos?- La pregunta quedo en el aire como si nadie
quisiera responder, pero era normal pues el elfo que la formulo sabía que no
necesitaban contestación a la pregunta.
-Opino igual que nuestro amigo elfo, sé que es una buena
idea pero sería mandar a la muerte a los que fueran designados para la misión y
no se vosotros pero yo aunque ansió con ganas de volver a ver los rayos del
sol, no sé si estaría dispuesta a permitir que los elegidos murieran mientras
yo estoy a gusto aquí sentada-.
La enana sacerdotisa llevaba muy a rajatabla las enseñanzas
del dios blanco, y eso de que la gente muriera por sus decisiones no lo
llevaban nada bien los sacerdotes del dios blanco.
-¿Qué probabilidades de éxito tiene la misión? Esa es una
parte importante que hay que tener en cuenta pues si las probabilidades son
altas, yo me arriesgaría.- el último miembro del consejo dejo también la
pregunta en el aire, pues aunque era humano la magia al igual que a los elfos
le había hecho pensar de forma más lógica a diferencia del resto de humanos que
era más pasional. Pero como si no quisiera la cosa y sabiendo que estas
preguntas no se contestaban el comandante rompió esa regla para poner un rayo
de luz a las preocupaciones de los demás.
-Sé que lo que voy a hacer es insólito, y nunca lo hemos
hecho, pero también pienso que la situación es insólita y ante eventos
insólitos hay que, en cierto modo, romper las normas establecidas lícitamente o
tácitamente. Por ello os digo que la probabilidad de éxito de la misión es
alta, pues según informes de los espías y magos, muchos diurnos han sobrevivido
durante años antes de acabar aquí. – El comandante tomo un respiro para coger
aire,- en cuanto a lo de enviar a la gente a este tipo de situaciones, no poder
decir nada pues a mí también se me acongoja el corazón cuando alguien hace algo
peligroso por mandato mío, pero es el deber que debemos tener con aquellos que
han dado la vida sin que nosotros hayamos podido ayudarles cuando comenzó todo
esto, o estábamos asentados aquí, pues si con esta misión conseguimos que todos
los diurnos sean o vivan libres, habrá merecido la pena el sacrificio.-
El comandante miro a cada uno de los miembros del consejo
para ver si tenían algún tipo de reacción antes de continuar, y viendo que aún
seguían impasibles y no había amenaza de que lo cortaran se encaró al elfo. –
Para ello hemos ideado una estratagema, pues como sabéis últimamente hacemos
incursiones fuera de nuestras murallas y acabamos con algún que otro nocturno y
rescatamos a algún diurno que encontramos en nuestras patrullas, pues eso es lo
que fingiremos que será una patrulla aunque un poco más numerosa-.
Todos vieron acertada la estrategia pues si salía mal el asunto
solo se perdería una patrullas de no más de treinta individuos, pues cinco de
ellos serían los elegidos para adentrarse en territorio nocturno y activarían
el mecanismo que desbloquearía la capa de nubes que impedía la entra de los
rayos solares.
-Está bien que se ponga en marcha la operación, pero antes ¿quién
será el elegido para llevarla a acabo?
La sala se quedó unos minutos en silencio pues era un tema
clave, la supervivencia de la misión recaía en quien la llevaría a cabo. Pero
este silencio fue roto por la única voz que no había hablado hasta aquel
momento.
-Yo creo que debemos llamarlo ya, él es el idóneo y no
estaría de más verle la cara, pues hace ya un lustro que no se deja caer por
aquí- El elfo miro al capitán de la guardia de la ciudad- ¿A quién os réferis
capitán? – Los cuatro consejeros miraron fijamente al capitán.
-Vos no lo conocéis pues obtuvisteis el sillón del consejo
un año después de su última vista, pero tampoco os hubiera gustado conocerlo,
pues se que ustedes los elfos sois muy estrictos con aquellos que se mezclan
con otras razas.- La cara del elfo se contrajo en un gesto de desaprobación, pero casi al instante
recupero su semblante.
-Hacerle llamar capitán, creo que es el hombre idóneo para
la misión, pues lleva ahí fuera desde los veinte años que para nuestro concepto
del tiempo es un adolescente sabiendo que clase de sangre corre por sus venas,
y ahora tendrá unos cuarenta o cincuenta años. Y auqnue a mi pesar de mi raza,
esto está por encima de todo lo demás. – El capitán de la guardia se cuadro,
saludo al consejo y salió de la sala en busca del que llevaría a cabo la
misión.
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