miércoles, 2 de julio de 2014

El artefacto I



La fe es algo en lo que creer, pero que no se ve, entonces ¿Por qué creen en lo que no se ve? Algunos dirán que la fe es la esperanza que proporciona la seguridad de que algo o alguien nos observa y nos vigila para ir por el buen camino, pero que es invisible.
Otros creen que lo que no se puede ver es en lo que no se puede creer y por eso necesita tener algo tangible a lo que aferrarse.

Y para finalizar están los que no creen pero dejan creer, es decir se mantienen en una neutralidad cuyo filo varía según los intereses de ellos. Esto último es lo que representa Mark, un vividor que lo único que le interesa es su propio mundo.

Eran las doce de la mañana, el sol hacía ya unas seis horas que había salido, pero Mark aún estaba en la cama. La habitación estaba medio a oscuras ya que los débiles rayos de luz que se filtraban por los huecos de la persiana impedían que las sombras se adueñaran del lugar. De repente sonó el timbre causando un estrépito en toda la casa que en ese momento estaba gobernada por el silencio, y el leve sonido de un reloj de pared.

El ruido del timbre hizo que Mark se despertara y blasfemara a quien estuviera ese momento en la puerta. Se levanto y se puso unos pantalones cortos y una camisa usada, salio de la habitación aún adormilado y se dirigió por el pasillo hacia la puerta atravesando el salón hasta llegar a la puerta de la calle.

Una vez en el umbral de  la puerta descorrió la cadena de cerrojo y abrió la puerta. En el otro lado se encontró con un hombre que rondaba el medio siglo de vida, con pelo castaño adornado con canas, expresión bonachona, ojos color castaño, recién afeitado, vestía una gabardina marrón que dejaba ver una americana, camisa blanca y corbata roja. Este era todo lo contrario a Mark, que tenia el aspecto de una persona al inicio de la treintena, media melena que le llegaba a los hombros de un color castaño tirando a rojizo, despeinado y complexión fuerte ya que iba al gimnasio tres veces a la semana, siempre que podía.

El recién llegado, saludo a Mark con un buen día, ya que se imaginaba por las pintas que tenía que se acababa de levantar. Mark por su parte fue directo, una de las cualidades que siempre le metía en problemas.

-¿Que desea? Si es para algo de alguna cosa religiosa, vender algo, o publicidad pierde el tiempo conmigo-. Después de esto empezó a cerrar la puerta pero el hombre que estaba al otro lado lo paro.-No, he venido a proponerle un trabajo-.

-Que tipo de trabajo,- pregunto Mark. -Es un trabajo que solo unos pocos pueden hacer, y por eso me han recomendado que viniera a usted para encomendárselo-. El interés de Mark se empezaba a hacer patente.-Bien pero de que se trata-, insistió Mark.

El hombre hizo un gesto para que le dejara pasar, ya que no estaban en el lugar adecuado para hablar del tema. Mark se hizo a un lado e invito a pasar al sujeto. Le acompaño hasta el salón y le invito a algo. -Desea un café, te, whisky….- –Un café gracias-.

Salió del salón por una de las dos puertas laterales y a los pocos minutos se podía oler el aroma del café que salía por donde había entrado Mark e inundaba toda la sala. Poco después salió Mark con una bandeja en la que había dos tazas de café, un azucarero y dos cucharillas. Le ofreció una de las tazas al invitado, y le pregunto por las cucharillas de azúcar, -dos cucharillas-, respondió el hombre.  Después de esto empezaron a hablar sobre el trabajo.

-Bien señor…. –se paró para dar tiempo al hombre a contestar -Iván-, contesto el hombre, -Iván Raskutt-.

-Suena a ruso-, comento Mark. -Si es ruso-. -Bueno da lo mismo de donde sea señor Raskutt desde hace mucho todos somos ciudadanos del gobierno mundial. ¿Qué es lo que me propone?- Mark e Iván intercambiaban miradas y sorbos de café -Bueno empecemos por el principio, le parece señor Fulder-. Mark asintió y le indico que empezara.

-Hace medio milenio se fundó una organización cuyo objetivo fue recoger todos los ejemplares de libros que se escribieran en cada época, país y continente. Podrá decir que es un tanto raro que se cree una organización para la recolección de libros, pero no es tan raro hoy en día que las bibliotecas privadas empiezan a mirarnos con malos ojos porque nuestros libros no los guardamos para nosotros solos sino que los exponemos en bibliotecas para que el acceso sea universal ya que los libros son cultura y que mejor forma de enseñar a nuestros niños el pasado que con libros del pasado-

Mientras tanto, Mark seguía atento a la historia y seguía dándole sorbos a su taza de café.

-Por esto, nos hemos creado algún que otro enemigo y no unos cualesquiera sino los llamados caza libros, personas que trabajan para coleccionistas privados y  avaros que solo quieren obtener nuestros libros y así poder vendérselos a los coleccionistas privados. Por eso mismo, hace solo una semana se informo de que nuestro libro mas antiguo que consta dos milenios fue sustraído de una de nuestras exposiciones-.

-Así que ya se imaginara cual es el trabajo para el que le precisamos ¿no?-. Mark asintió con la cabeza y dijo, -¿Tengo que encontrar el libro y devolvérselo a ustedes no?-. Iván asintió y concierto sarcasmo contesto. -Veo que es más perspicaz de lo que me habían contado-.

La afirmación airó un poco a Mark.-Bueno no siempre es bueno guiarse por las habladurías de los demás-. La respuesta hizo sonrojarse a Iván pues le había dado con su propia medicina -Bien entonces que ¿acepta el trabajo o no?-.

Mark se tomó unos segundos antes de contestar -Me lo tendré que pensar, porque recuperar un libro no es lo mismo que recuperar un objeto, o humano perdido, que es a lo que me he estado dedicando últimamente-.

Iván asintió.-Pues le doy solo dos días para responderme, solo decir que aceptaremos todas las condiciones que nos proponga-. Iván se bebió el café que le quedaba en la taza, le dejo una tarjeta con el numero de teléfono, y el hotel donde se alojaba. -Recuerde dos días, si la respuesta es afirmativa llame a este numero y después vaya a este hotel, estaré hasta las seis de la tarde del día veinticuatro, en caso de no aparecer, partiré a ofrecer el trabajo a otro-.
Iván se levantó seguido por Mark que le acompaño a la salida, se despidieron y Mark de nuevo se quedo solo en su apartamento, pensando en la nueva oferta de trabajo.


Al día siguiente Mark, se levanto temprano, cosa muy rara en él ya que su trabajo anterior le había dado una buena cantidad de dinero y le permitía vivir cómodamente durante una temporada. Pero esta vez era distinto, ya que se puso en contacto con Iván para aceptar el trabajo, pero primero ponerle las condiciones que siempre ponía a cada cliente para el que trabajaba.

Para ello, primero llamo a su anterior compañera Amy con la cual a parte de una relación profesional tenían una relación amor-odio que más de un quebradero de cabeza le producía, para saber si estaba libre.

Tras hablar con ella con la consiguiente bronca, y posterior reconciliación a regañadientes, quedo con ella en la plaza que había cerca del hotel continental que es donde se alojaba Iván.

A las doce y media de la mañana ambos se encontraron en la plaza. Amy era una mujer de estatura media, esbelta, morena, piel rosácea, vestía una blusa de color negro conjunta con una falda de color blanco y unos zapatos con ambos colores. Además llevaba unas gafas al estilo de una secretaria de los años cincuenta pues taba de moda ese tipo de gafas en aquella época y el pelo lo llevaba recogido en una coleta. Era la viva imagen de una ejecutiva que junto a Mark destacaba mucho, ya que este llevaba vaqueros, zapatillas de deporte, una camiseta de color granate y por encima una cazadora de cuero. Se saludaron y comenzaron a charlar.

-¿Que tal?-. Pregunto Amy. -Pues ahí andamos-, contesto mientras hacia un gesto con los hombros en señal de igualdad. -Bueno hablemos del trabajo que me has mencionado por teléfono, y así me dices de que se trata de una vez. -Pues consiste en recuperar un libro de dos milenios de antigüedad que había sido robado de una exposición.

Amy le miro interesada pues un libro de dos milenios suponía un buena suma, pues sería un libro de la edad media pues dos milenios suponía que estaría escrito alrededor del año mil después de cristo según el calendario antes de la reunificación del mundo y el año menos dos mil antes de la reunificación del mundo.

-Tarea complicada, porque ya sabes que los objetos antiguos son los que primero se venden en el mercado negro, y no solo eso, sino que una banda avara de coleccionistas estarán en disputa por él haciendo que la cosa se complique.- Mark asintió.- Eso no lo había previsto, por lo que mis planes tienen un ligero cambio de rumbo, ya que vamos a tener una competencia dura. Pero a lo mejor podremos arreglar ese asunto, ya que conozco a varios que pueden ayudar de una forma y otra-.

Amy que sabía de los tejemanejes de Mark no protesto -Y el cliente, ¿es otro millonario excéntrico?-. Mark miro a Amy de forma divertida -No que va, es un hombre que puede pasar por un contable, un banquero, o un vendedor, esa es la primera impresión que me dio pero trabaja en una especie de compañía de bibliotecarios que han ido reuniendo libros de todos los lados del mundo durante medio milenio-.
-Pues vaya mierda de seguridad que tienen estos bibliotecarios-. Estas reacciones contrastaban con la imagen que daba la mujer, y siempre se lo había dicho Mark, que controlara esa faceta tuya. -Ya pero que se le va a hacer, por eso nos contratan querida, porque la gente es descuidad y pierde las cosas-.

Amy recompuso su vocabulario de nuevo- En eso llevas toda la razón. Bueno ¿a que hora has quedado con el cliente?- Pregunto Amy, que parecía ya impacientarse con tanta charla. -Dentro de veinte minutos-, contesto Mark. –Estará en la habitación 205. Así que cuando quieras vamos.-

A los cinco minutos de un silencio incomodo, Amy ya estaba los suficientemente incomoda como para ir hacia el hotel, y así ambos uno detrás del otro cruzaron la calle y se introdujeron en el hotel continental, donde pronto averiguarían que es lo que les deparaba ese nuevo trabajo que iban a emprender.

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