sábado, 30 de marzo de 2013

La elección toinen



Podía sentir el palpitar de la sangre como si estuviera a escasos centímetros de la vena, pero no era así estaba a más de doscientos metros. Aquello era muy distinto a lo que había leído, visto o escuchado.

Era una sensación sofocante, angustiosa e incluso ansiosa. Era obsesivo, no podía dejar de pensar en aquella pulsación que sentía en su cabeza.

Cuando lo convirtieron se lo dejaron claro, sino bebes mueres, y si bebes debes matar, nadie puede quedar infectado con nuestro mal.

Entonces ¿porque él fue convertido? Esa era la pregunta que esperaba con tanta ansia. Los libros decía que los vampiros fueron creados por el mal para provocar el caos en el mundo, pero que al enterarse la el bien, les maldijo a andar por la eternidad en las sombras. 

Pero todo esto eran meras fantasías, el vampirismo siempre ha estado en el mundo, si no en forma de chupa sangre, si en otras formas menos sofisticadas. Los primeros vampiros humanos que hubo en la naturaleza fueron creados por un accidente en los primeros siglos de raciocinio de la humanidad. 

Un pseudo científico asiático consiguió separar con la psudociencia de aquella época, es decir la alquimia, un componente raro en la naturaleza que se obtenía a través de una planta ya extinta. Tras tomar ese componente el corazón le dejo de latir, y murió, pero tras tres días volvió a la vida, esta vez con poderes y capacidades sobrehumanas.

Podía acceder a zonas de su cerebro que ningún humano de la época podía. Esto le proporciono conocimiento y ciertas habilidades muy por encima de las humanas de aquella época.

Así es como dio comienzo la leyenda, una leyenda que en los siglos posteriores seria deformada de tal manera hasta nuestra época que los vampiros serian seres sobrenaturales engendrados por el diablo y maldecidos por un dios benigno que quería proteger a sus creaciones.

Pero ni mucho menos, el vampiro venia de la ingeniería genética. Desde el primer vampiro muchos otros han poblado la tierra unos con acciones buenas y otros con malas. Pero todos con algo en común que no debían ser descubiertos por los humanos normales y corrientes.

Y eso es lo que le había enseñado su creador, si tienes sed bebe pero no infectes a nadie más, y si lo haces mátalo antes de que pueda levantarse.

Entonces ¿porque lo habían convertido a él? Lla pregunta era clara y concisa, pero la respuesta era esquiva y traicionera.

Ahora tenía que vivir como un ser eterno, vería pasar el tiempo en todo su esplendor, hasta el fin de los días, a no ser que antes la brigada de cazadores lo localizara y lo obligara a unirse a ellos o lo mataran.

Al igual que su creador era un vampiro neutral, no se decantaba por los cazadores o por los varjot.
Todo había sido muy rápido, el gobierno lo sabía desde hacía un par de décadas, y por ello había creado a los cazadores, vampiros que se suponían benignos pero que con disciplina y buenas maneras había obtenido la filosofía de que su don era para ayudar a los humanos en mejorar su patética vida, mientras que los varjot, pensaban todo lo contrario, que ellos tenían que ser la cúspide del poder, que debían mandar y los humanos ser simples esclavos y comida.

No les molestaba matar y dejar su rastro visible era una plaga que asolaba todo aquello por donde pasaban. Pero los cazadores no eran a los que más odiaban ni los humanos, porque unos tenían una meta como ellos, y otros eran simple comida o esclavos, a los que más odiaban eran a los toinen, porque no se decantaban ni por un bando ni por otro.

Aún así los varjot estaban ansiosos y excitados en aquella época electrónica, tenían más poder que siglos atrás y eran más numerosos que los cazadores, y sus batallas se contaban con victorias.

El mundo estaba siendo doblegado a sus dominós, y eran los que empezaban a mandar en ciertas regiones, haciéndose pasar por humanos, pero ostentaban el poder.

Y en esos dominós no había ni rastro de toinen, por lo tanto ¿porque estaba allí? ¿Por qué su creador lo había dejado solo en aquellas calles de aquella ciudad varjot?

Todo le seria revelado en su preciso momento le dijo su creador, y el seria quien tendría que decidir si quedarse, marcharse o luchar.

Solo Asmund tenía el poder para decidir qué era lo que quería hacer, pero primero debía aprender a saber que era él.

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